El Blog de Emilio Matei

domingo, 29 de julio de 2012

La falsa seguridad


Estar vivo implica la posibilidad de morir. Y no sólo esa, sino la de ser asaltado, robado, violado, toturado o burlado. Pero también la posibilidad de ser amado, querido, respetado, admirado y todas las posibilidades que tiene la naturaleza para producir placer en el hombre.
Es humano tratar de disminuir lo negativo y acrecentar lo positivo pero la experiencia indica que perder mucho tiempo en hacerlo sólo conduce a perder lo bueno y aumentar el riesgo de lo malo.
Bomberos ingleses
Ya comenté lo de los bomberos londinenses y el riesgo de blindarse demasiado. Todos los días nos dicen los expertos que tener armas con uno no sólo no nos protege sino que aumenta la posibilidad de ser agredidos o, muchas veces, de que la agresión sea mucho más severa.

Esta nota debería ir hacia el concepto de seguridad y hacia sus debilidades y no hacia un caso particular visto desde una subjetividad particular, pero no puedo evitar contar esta historia porque creo que simplifica muchísimo la descripción de lo que en realidad sucede.

Hace unos cuantos años me robaron en una isla de Tigre. A un vecino, un tipo conocido por macho feroz, de derecha extrema y amante de las armas, también le habían robado. Tanto mi vecino como yo no teníamos embarcación para ir a hacer la denuncia así que fuimos en una prestada por un alma caritativa. Un gomoncito diminuto y semidesinflado. A mí me tocó manejar así que mi vecino que aparte de ser muy de derecha era bastante gordito, se sentó en la proa. Cada vez que yo aceleraba, la proa se hundía y él se mojaba el culo. Teniendo en cuenta que esto sucedió en pleno invierno y en un día nublado y con lloviznas, el tema debe de haberle sido bastante desagradable. Confieso que aceleré varias veces pero no por maldad sino por una cuestión ideológica, que quede bien claro.
Gomoncito
Durante el viaje tuvimos oportunidad de charlar bastante:

    ¿Qué te robaron? —le pregunté por sobre el estruendo del motorcito.
    Los muy turros me vaciaron el galponcito del fondo. Y lo peor de todo es que los vi, tuve que ver por la ventana cómo me desvalijaban.
    Pero no es que vos tenés armas en tu casa.
    Sí, tengo un 44 magnum, un 38 especial y una Ingram con balas de mercurio.
    ¿Entonces?
    Y.
    Y qué —dije.
    Y, no los iba a matar.
    Claro, pero podrías haber tirado hacia arriba, al menos para asustarlos.
    No, imaginate que si se dan cuenta que estoy, capaz que se me vienen encima, ellos eran tres.
    ¿Estaban armados?
    No
   
    Mirá si después, cuando me voy, me queman la casa.

Cuando llegamos a la delegación de Policía de Islas, y después de hacer la denuncia y mientras se terminaban de hacer los papeles, mi vecino y el oficial se dedicaron a intercambiar conocimientos sobre armas.

    Dese cuenta —dijo el oficial—, en la Isla hay un montón de pelotudos que traen armas tremendas, ultramodernas, y las dejan en las casas. Después los ladrones se las roban y las usan contra nosotros que tenemos fierros viejísimos que tiran de milagro.
    Qué barbaridad —dijo mi vecino.

A la vuelta aceleré muchas más veces y le volví a hacer los correspondientes baños de asiento. Nobleza obliga, debo reconocer que mi vecino se portó como un varoncito: nunca se quejó. Y como de gomones no entendía nada y el nuestro daba lástima de desinflado, no creo que se haya dado cuenta que se habían burlado de él y que su verdadero riesgo había sido viajar conmigo.


jueves, 26 de julio de 2012

Cruzadas de la boludez III

La fecha de vencimiento


Fecha de vencimiento
Fecha de vencimiento. Un invento supuestamente sanitario para evitar la venta de productos en mal estado que se convierte en otra cruzada de la boludez. Apenas un niñito aprende a leer, se le enseña a ver las fechas de vencimiento de los alimentos y a descartar hasta el chocolate. El que come postre de chocolate vencido se va al infierno.

Leí hace poco que en Londres, por tener la fecha vencida, se tiran todos los días cinco mil toneladas de alimentos en perfecto estado. El escándalo de esa cifra es tan grande que parece que algún diputado pretende obligar a sacar esa fecha de los envases

Qué bueno que los ingleses sean tan estudiosos de los comportamientos sociales, lo que descubren siempre sirve para escribir algo. Por ejemplo, los bomberos de Londres dicen que los departamentos mejor blindados contra los merodeadores son los que más dificultades ponen a los bomberos cuando hay incendios y hay que rescatar a la gente.  Y por lo tanto, los que producen más muertes.

Me disculpo por esta digresión y vuelvo a la fecha de vencimiento.

Cuál es la lógica de las empresas que se escudan bajo el paraguas de cumplir con una ordenanza impuesta en defensa de los consumidores: poner una fecha de vencimiento suficientemente próxima como para evitar un eventual juicio por parte de algún consumidor afectado, o que crea que fue afectado. Reducir el riesgo, entonces, para la empresa productora, se convierte en una fecha de vencimiento ilógica desde el punto de vista sanitario, si es que todavía tiene sentido ponerla. ¿Y el desperdicio? El desperdicio no es un problema para la empresa productora que cuanto más desperdicien sus clientes, más venderá.
Directo a la basura
Y después los cruzados nos llenan los mails pidiendo que no imprimamos sin necesidad, que con eso salvamos a los bosques. Claro que se me podría decir qué tiene que ver una cosa con otra. Y la tiene, basta ver las enormes cajas de cartón que se usan para envasar tonterías tales como las dietéticas barritas de cereal que, forradas de plástico, nadan en un vacío decorado. Y para colmo, pueden ser descartadas por estar vencidas.

Hay una enorme distancia entre vender alimentos en mal estado o descartarlos antes de tiempo. Y esa distancia suele depender del alimento en sí. Los quesos, por ejemplo, suelen juntar algunos hongos verdes en su superficie. Cuando eso sucede, y si nos molesta ya que no es imprescindible, les sacamos los hongos con un cuchillo y nos comemos lo demás sin correr ningún riesgo. A veces hacemos lo mismo con la superficie de algún dulce. Recuerdo que hace muchísimos años la gente hacía queso blanco con la leche que se pasaba mediante el método de meterlo en una bolsita de tela y dejar que el suero goteara hacia afuera.
No soy un experto en cuestiones alimentarias pero estoy seguro de que la mayor parte de los productos vencidos pueden ser usados de algún modo para la alimentación de personas y/o animales sin producir mayores daños.

Un par de ejemplos autoreferentes


¿Un bife de mamut?
Me comí un lomo que compré congelado en un frigorífico uruguayo que tenía fecha de faenado de hacía cinco años. A los que se asombran les comento que a veces los lobos de Siberia se comen a mamuts muertos y congelados hace, a lo mejor, veinte mil años, y parecen sobrevivir lo más bien.
Y me tomé una sopita crema, sólo echándole agua hirviendo lo que debo reconocer que me produjo alguna inquietud, cuya fecha había vencido hacía nueve años y sin mayores inconvenientes. ¡Me enorgullezco de mí mismo! ¡Eso es poner el cuerpo a las propias convicciones!

También tuve una experiencia extraña en una fábrica de vidrio. Les habían devuelto por un incumplimiento en el pago, una verdadera montaña de frascos de pulpa de tomate. La mayor parte de los frascos tenían las tapas oxidadas y las etiquetas estropeadas por el tiempo y la humedad. ¿Y ahora, les pregunté, qué van a hacer con todo eso? No hay problema, me contestaron, se pasan por un autoclave, se les cambian las tapitas y las etiquetas y se los vende sin ningún riesgo para los consumidores ya que con los 120ªC del autoclave no queda nada vivo.

martes, 24 de julio de 2012

La crisis

Comprar alimentos de mediana o baja calidad, no poder tomarse las vacaciones, no poder cambiar el coche, poco o nada de diversiones en las que haya que pagar. Todo parece reducirse a ajustarse el cinturón. Y al fin de cuentas, eso no es tan terrible. Rico no es el que mucho tiene sino el que poco necesita, dicen los chinos. El sol sale para todos, se dice desde tiempo inmemorial, y no hay nada como un picnic en familia, claro, el pasto de los parques no tiene precio.

La calle y la crisis
Pero la crisis es mucho más que eso. La crisis es depresión paralizante, hombres que no pueden levantarse de la cama y mujeres que salen a recuperar viejos oficios, profesiones abandonadas o sencillamente, a ver cómo pueden traer algo para la boca, la crisis es el disparador de las peores patologías sicológicas, es la muerte por infarto, los dientes que no se pueden arreglar y se pierden, las parejas que se separan, los niños que abandonan el colegio, los adolescentes que se prostituyen, el aumento de la violencia delictiva y la represión. Nada escapa a la crisis. El mantenimiento del trabajo, el derecho indiscutible a alimentar a la propia familia, tal vez obligue a los más débiles a la obsecuencia o a la traición, viajar se convierte en una pesadilla y la violencia de las calles crece hasta que ya no se puede salir a pasear o dejar a los niños que jueguen en las plazas.


La inversión de la relación causal

Esperanza Aguirre, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, se permite decir que: o se ajustan las cuentas o pasará lo que pasó en Argentina. Yo, con toda honestidad, no creo que se trate de estupidez, creo que utiliza sólo una forma socialmente aceptada del asesinato serial basado en el desprecio más absoluto del otro.

No es así, Esperanza, a Argentina le pasó lo que le pasó por ajustar las cuentas.



Más allá del oficialismo


Siguiendo con la ocultación de lo obvio que hacen los medios, me gustaría contar una anécdota paradigmática que me tocó vivir. Un arquitecto que trabaja en una dependencia municipal de la Ciudad de Buenos Aires, me dijo que hace algunos años, sólo tres sobre treinta personas de su trabajo pagaba impuesto a las ganancias. El jefe y dos subjefes, uno de los cuales era él. Todos los demás, jóvenes arquitectos, estaban exentos. Hoy en día todos pagan ese impuesto, lo que, me dijo, y a pesar de su posición ni militante ni fanática a favor del gobierno, es una realidad jodida. Al que cobra menos ¡le están descontando como mil pesos!  Le pregunto, entonces, cuál es el sueldo mínimo que está recibiendo la gente de su repartición. Y luego de pensar un poco me dijo que el cargo mínimo está cobrando unos quince mil pesos, que a valores oficiales superan un poco a los tres mil dólares mensuales. Al terminar de decirlo se le iluminó la cara. Tenés razón, me dijo, yo discuto con mi mujer sobre los salarios actuales y siempre le digo que se los tome tanto en pesos como en dólares, nunca estuvieron tan altos. Lo que, basta tener un mínimo de lógica, justifica la aparición del impuesto a las ganancias para determinados niveles salariales.

La trivialidad de esta anécdota que estoy transcribiendo me avergüenza. Pero todavía hay gente que aún con buena voluntad, y ayudada por los medios machacones y mentirosos que borronean la percepción de verdades obvias, no termina de entender la relación entre el aumento del salario y el impuesto a las ganancias. Por eso me pareció que tenía sentido contarla.

viernes, 20 de julio de 2012

La trampa de la ética


La ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir, eso dice Wikipedia de la palabra ética. Otra definición que anda por ahí dice que la ética se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. El concepto proviene del término griego ethikos, que significa “carácter”. Una sentencia ética es una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo, obligatorio, permitido, etc. en lo referente a una acción o a una decisión. Hay un montón de otras definiciones que abarcan esta rama de la filosofía y se refieren  siempre a una serie de comportamientos humanos tanto de individuos como de grupos sociales en general.

La palabra ética siempre la escuché o la leí asociada a algo bueno. Y no tener ética significaba, casi siempre, ser una persona poco confiable. ¿Y cuáles son las personas poco confiables por antonomasia? ¿Cómo reconocerlas?

Estamos listos para traicionarte

Con el correr de los años escuché comentarios muy parecidos referidos a negros, judíos, árabes e indios y hace poco me dijeron que en España estuvo de moda decirlo de todos los emigrados de Europa del Este. Todos estos comentarios decían algo así como: tené cuidado con los (agregar aquí lo que uno quiera del listado anterior), esos tipos a la larga siempre te van a traicionar. Este comentario en todos los casos viene a continuación de alguna reflexión sobre una persona que parece apreciable por alguna cualidad, aunque fuera tan básica como la simpatía. Juan es simpático, comenta uno, y el otro dice, tené cuidado con los…, en algún momento te van a traicionar. Y agregan el total absurdo de: yo los conozco bien.

De acuerdo a lo que dije antes, todas esas personas serían poco confiables y, por lo tanto, carentes de ética. Les das la mano y te toman todo el brazo, o el gráfico no le mostrés los dientes, referido a sonreír,  porque después se aprovechan.
¿Qué puedo hacer, entonces, si me gusta el gefilte fish, las galletitas de Ramadán, el candombe, la baguala y tantas otras cosas de gentes tan poco confiables?

Todo esto me hizo enojar con el concepto habitual de ética. O, para ser más preciso, con la carga positiva que se le adjudica. Y me hizo dar un vistazo a las sociedades o grupos sociales que se cohesionan por una ética sólida. Y los resultados son muy interesantes: cuánto más ética es una sociedad o un grupo, más se mienten entre ellos y menos se dan cuenta, y más queda definida la alteridad, la condición de algunas personas de ser el otro. Es decir, dicho de manera explícita, cada vez que un grupo establece una norma y la considera positiva, lo que hace, en realidad, es establecer quién no pertenece al grupo, que indefectiblemente es todo aquél que no conoce la regla o que no la comprarte. Y el que alguien no pertenezca al grupo implica, casi siempre, hacerle perder todo privilegio y deshumanizarlo, y, como consecuencia inmediata, poderlo usar, torturar o matar sin mayores problemas de conciencia. Todos sabemos que es un negro de mierda, que se joda.

Lo mismo me pasa con la gente que tiene una moral muy rígida. La gente que se pone fundamentalista con respecto a cualquier cosa, sea ésta de carácter político o simplemente en el establecimiento de normas de conducta sexual, alimentaria o lo que fuere. A esa clase de personas hay que temerles porque nos miran con desprecio, nos deshumanizan, y por eso se sienten con derecho a someternos a cualquier barbaridad. Son esas personas horribles y mentirosas que ocultan sus lacras y se comportan como bulímicas morales que nunca comen cuando se las mira y que de noche, en la oscuridad, se vacían la heladera cometiendo actos que siempre son opuestos a sus propios preceptos éticos declarados.

En síntesis, prefiero a la gente que no tiene una ética demasiado rígida, que suele dejarse tentar y cometer transgresiones y que me ve como un igual. Esas personas, poco confiables, es difícil que me hagan demasiado daño y es mucho más probable que me comprendan en todos mis defectos y en mi objetiva y débil humanidad.

La Biblia
El Corán
Leyendo el Corán descubrí que los que lo escribieron tenían una clara idea de la relación entre el fundamentalismo y su inevitable hermanamiento con la mentira ya que en varias ocasiones acepta que no se cumpla la norma cuando exigirla sería condenar al que la cumple a la muerte o a transgredir y mentir. Como, por ejemplo, en el cumplimiento del ayuno de Ramadán cuando no se puede por estar lejos o de viaje en tierras de extranjeros y en la prohibición de comer cerdo frente a la alternativa de morirse de hambre. No sucede lo mismo con la Biblia, ni en el viejo ni en el nuevo testamento, que obligan al transgresor a la mentira y a la culpa consiguiente, claro que siempre hay maneras de hacerse perdonar las peores barbaridades tanto para judíos como para cristianos, con, respectivamente, ayunos y confesiones.
A los ateos, por desgracia, no les queda más remedio que ser responsables de sus actos de por vida. Por una cuestión ética. 

miércoles, 18 de julio de 2012

Los miedos bipolares


Las cruzadas de la boludez II


Zambullida en el río
El ecologismo, interpretado como conciencia más o menos esotérica de la necesidad de la conservación de la naturaleza, y la contaminación, se llevan muy bien. No podría haber la una sin la otra, el Ying y el Yang ¿viste? Entonces, para poder sentirse seriamente ecológico debemos enfrentar una contaminación fea, mala y creciente, como en el agua de las islas del Delta del Río Paraná. ¡Qué felicidad para nuestra buena conciencia!
Que el río Tigre es una cloaca a cielo abierto, no cabe duda. Pero qué pasa si nos alejamos de la costa del continente, digamos, quinientos metros, y nos internamos por los riachos.
La respuesta es que depende, depende de lo que se quiera hacer. Si lo que se busca es justificar una nueva cruzada de la boludez, se puede decir que el agua está muy contaminada y organizar una manifestación que, por cierto, no puede ser un sit in porque sentarse en el agua no da; si lo que se quiere es que los chicos no jodan en verano, mejor olvidarlo y dejar que se bañen durante horas. Cuánta agua toma alguien que juega en el agua y cuánto puede hacer mal, no está en el temario. Total, salvo en condiciones muy especiales e inusuales, no hay ningún resultado evidente de la contaminación orgánica. Los chicos salen temblando del agua, como lo hacen del agua de cualquier parte del mundo, y no suelen tener enfermedades de la piel, conjuntivitis, otitis y otras molestias producto inmediato y clásico de la convivencia con las aguas contaminadas.
Riñones
Pero siempre quedan los metales pesados. Malditos metales pesados. Lástima que no pude encontrar ninguna información concreta sobre su presencia y su concentración. Deben ser como las brujas, que no existen pero que las hay, las hay.
Insistiendo un poco más con este tema y tal vez repitiéndome, los blogs y foros de Internet están llenos de quejas por la contaminación y las dificultades para conseguir agua potable en las islas. La recomendación más frecuente es la de traer agua en botellas ya que por más que se filtre o potabilice el agua del río, siempre quedan los metales pesados. Pero de prohibir a lo chicos que se bañen, no se toca el tema.

Dorado a la parrilla
Es posible que las aguas estén contaminadas y es posible que los metales pesados se vayan acumulando subrepticiamente en nuestros riñones, hígado y otras viseras importantes. Pero seamos coherentes. O nos bancamos al mercurio, al plomo y al cadmio y a otras tantas otras porquerías metálicas y pesadas, o sacamos a los chicos del agua y nos dedicamos a comer carne vacuna con antibióticos, porotos de soja al glifosato, y abandonamos al dorado y a la boga a la parrilla, cosa que no está tan mal a ver si mejora un poco la pesca.

Sí alguien encuentra un aspecto partidario y mal intencionado en este comentario, le doy la razón. Los ecologistas fundamentalistas y esotericoides me tiene podrido. Me quedo con el criterio del escritor Norman Mailer, en Caníbales y Cristianos, cuando dice que la sensiblería es la forma de demostrar sentimientos de la gente que no los tiene.
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Nota: En la foto titulada Dorado a la parrilla  al observador experimentado no se le escapará que se testimonia el proceso de desplazamiento del consumo de los peces contaminados al consumo de los estériles y ecológicos chorizos. Todavía estamos viviendo el proceso de transculturación y esta foto es sumamente significativa al testimoniar el devenir de un proceso histórico inevitable: la reocupación de un nicho ecológico preexistente por una nueva especie mejor adaptada. Una prueba más de la homeóstasis como constante de la naturaleza y base de los estudios ecológicos. La omisión de referencias a Nietzsche, Heideger y Borges,  y a la mecánica cuántica, es voluntaria. Al fin de cuentas esta no es una tesis de doctorado.

lunes, 16 de julio de 2012

¿Es posible salir del euro?


Un poco de futurología, asumiendo el riesgo.

  
¿Es posible salir del euro? O la pregunta que debería antecederla: ¿Es posible salvar al euro? Y la respuesta podría ser que siempre se puede esperar a Godot. Por qué no, tal vez termine por llegar.

¿Qué pasa cuando la gente se queda sin dinero? Salvo una pequeña parte de la población que se deja morir de hambre o se suicida, la mayor parte sale a buscar alimento por las buenas o por las malas. Pero las malas son sólo para cierta clase de gente, capaz de asumir riesgos casi siempre físicos. Los demás buscan soluciones más pacíficas y, de ser posible, de más largo alcance.

En Argentina vivimos con monedas alternativas compartiendo el espacio económico con la moneda oficial. En realidad, lo importante es saber si la economía de un país puede satisfacer a sus habitantes y no si un tipo de moneda sobrevive o no. Y aún sobreviviendo, puede ser que pierda su importancia por la aparición de otra más práctica o más atractiva por razones tan básicas como su accesibilidad, por ejemplo.

Lecop - Una pseudo moneda
Frente a la imposibilidad de conseguir dinero, lo primero que sucede es el trueque. Si una persona tiene algo de más o de menor importancia para ella que otra cosa que le resulta necesaria, trata de canjearla por lo que necesita. Pero ya se sabe que el trueque tiene posibilidades muy limitadas debido a la dificultad para canjear cosas de valores muy diferentes. Por algo se inventó la moneda. Y mi hipótesis es que desaparecida la moneda oficial de los bolsillos de la gente, están dadas las condiciones para la aparición de otra moneda. Si el estado acepta esa moneda alternativa para el pago de impuestos y servicios, el círculo se cierra y las dos monedas, la anterior y la nueva, eventualmente, coexisten. Eso sí, con una tensa lucha por el valor relativo entre ambas que el estado debe tender a estabilizar.

En Argentina, durante el período más agudo de la crisis que vivimos alrededor del 2000, aparecieron varias monedas de valor provincial y nacional, en particular los patacones y el LECOP. Por su ilegalidad estas monedas no fueron llamadas monedas sino bonos de cancelación de deuda o algo por el estilo.
Como dije más arriba, es cierto que la equiparación de las monedas da lugar a discusiones y bastante trabajo, pero cuando la necesidad lo exige, las soluciones aparecen.

Corralito - Depósitos bancarios congelados
Para dejar las cosas más en claro, hubo una época en Argentina en la que el dólar norteamericano y el peso eran intercambiables en relación uno a uno y la población usaba tanto esas dos monedas, cuando tenía suerte y las conseguía, como de otras monedas emitidas por estados provinciales, a las que se le daba un valor similar, en violación expresa de un artículo de la constitución que prohíbe emitir moneda a nadie que no sea el Estado Nacional. Como decía mi abuela: la necesidad tiene cara de hereje.

Abandonar el euro

¿Qué pasaría con un país europeo que tomara la decisión de hacer una moneda alternativa? Lo más probable es que hubiera una cierta coexistencia hasta que la nueva moneda alcanzara para la vida de sus habitantes. En cuyo caso el gobierno podría negociar diciendo algo así como: o me hacen una quita del 80% de la deuda o se meten mis deudas y mis euros en el culo y yo sigo con mi moneda propia, me la acepten o no en el exterior.

Alguien podría decir que todo este razonamiento adolece de una excesiva simplificación y yo podría aceptar esa crítica. Pero me parece que con más o menos complejidad lo que va a pasar será eso.

¿Quién va a ser el primero?


Para decirlo habría que conocer al detalle el estado de cada economía de la zona euro y conocer la idiosincrasia económica de cada pueblo, información de la que no dispongo. Yo diría, y todavía tengo menos certeza esta vez, que Italia sería mi mejor candidato a estas políticas de doble o múltiples monedas. Y es porque  se trata de un país con muchísimas PYMEs de tipo industrial que están acostumbradas a negociar con sus productos y a evadir impuestos todo lo posible, condiciones requeridas para ser un buen busca vidas en momentos difíciles y para lanzarse de modo creativo y sin temor al escándalo puritano de otros países, a una solución bastante extrema.
Más complicados los veo a los españoles que si bien solían tener una enorme capacidad para soportar la adversidad y un gran estoicismo para trabajar en condiciones espantosas, no los veo tan hábiles para hacer pequeños productos industriales cuya comercialización les permita sobrevivir. De hecho, si hubieran tenido esa habilidad después de tantos años de bonanza no habrían sido arrastrados con tanta facilidad por el huracán. Huracán, que como se dice en la Martinica, ensucia la casa del rico y destruye la casa del pobre.

domingo, 15 de julio de 2012

Héctor Lastra

Héctor Lastra, entrevista

A seis años de la muerte de Héctor Lastra


Ser gay en Argentina nunca fue fácil, y ser gay y de izquierda menos todavía. Para el  Héctor Lastra que yo conocí nunca existió el closet ni ocultó ninguna de las dos cosas y eso le costó ser víctima de la censura, correr riesgos personales y soportar cierto desprecio por parte de algunos conspicuos miembros de nuestra intelectualidad, machos y hembras auténticos y bastante más prejuiciosos de lo que les gustaría reconocer.
Con su sonrisa torcida, su leguaje de militante a veces difícil de comprender y su ironía sobre los demás, fue un tipo leal y consecuente tanto con sus amistades como con su ideología que lo llevó a ser parte de la mesa directiva de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

Lo conocí en casa de la escritora Liliana Hecker. Él, mi mujer y yo nos llevamos bien de entrada, nos sentimos cómodos charlando sobre conocidos comunes y sobre la situación del país. Después me crucé con él muchas veces. En la SADE, donde dio durante muchos años talleres literarios, en la presentación de algún libro, como Fuegia, de Belgrano Rawson, en la antigua fundación del Banco Patricios en Callao y Sarmiento, en alguna reunión anual de La Nación y en muchas reuniones del ambiente literario. Tuve el honor se ser uno de los dos invitados al Restaurante Edelweiss cuando le entregaron el premio del grupo de los XIII y pude entrevistarlo en la radio FM Palermo cuando publicó Fredi, una novela feroz que creo que todavía no fue evaluada en su justo valor a pesar del segundo, segundo, claro, premio municipal que le otorgaron.

Como dije al principio, nunca fue fácil ser gay en Argentina. Lo que siento en el alma es que Héctor no haya podido vivir la aprobación de la ley del matrimonio igualitario y el juicio y condena a Videla y otros pájaros de la misma ralea.

Hasta la victoria, siempre, Héctor. Pero no dicho con heroicidad sino con un guiño cómplice, burlón, sabio, como habrías hecho vos.

viernes, 13 de julio de 2012

Ruido en Canadá


Cacerolazo en Canadá


Algo hace ruido en Canadá, o al menos en el Canadá francófono. ¿Qué es ese ruido?, me suena. ¡Nooooooo!, ¿cacerolas también en Canadá?, ya no se puede confiar en nadie. Eso sí, parece que en Canadá todos llevan cucharas de madera para golpear las cacerolas o las sartenes. No sea cosa que se estropeen. Y las cacerolas viejas en esos lares todavía se tiran a la basura así que no hay más remedio que llevar las nuevas. Y tal como viene la mano, parece prudente.
Sólo un 60% de la población va a votar, 55% del producto bruto interno por industrias extractivas y otras no comerciales o industriales, como si no se tratara de un país desarrollado, el país del BlackBerry y de las súper y odiadas mineras está enrareciéndose con más rapidez de la que uno podría esperar.

Algo hace ruido en Canadá y no deben ser sólo las cacerolas. Una subida paulatina de los costos de la educación que alcanzará al 80% en los próximos diez años fue la disparadora de los reclamos. Luego se fueron agregando por solidaridad y por otros reclamos sociales, la mayor parte de la población y de las ciudades hasta que el reclamo tomó dimensiones nacionales.  Poco a poco, la política canadiense se va polarizando en izquierdas y derechas más marcadas y menos dispuestas al diálogo que las caracterizó durante años.
Queremos el modelo noruego y no el norteamericano, piden algunos estudiantes que creo no deben estar bien informados de la masacre de Oslo.
La crisis es muy parecida a las campanas, y las campanas a las cacerolas: no preguntes por quién doblan, doblan por ti.

jueves, 12 de julio de 2012

Tortura y medios

Torturar hace mal a la salud

Recorrer las series policiales norteamericanas incluye ver cómo el malo es, casi en todas, torturado. Si usted cree que es una exageración, repase una noche de estas, las series más conocidas, no hace falta que busque un programa especial. Y si no torturan directamente verá como comentan un caso o lo justifican en ciertas condiciones. Siempre hay buenas razones para hacerlo: Hay que averiguar dónde está enterrado el niño y queda poco tiempo, la mujer desaparecida está obligada mediante correas a ver cómo pasan los latidos en el led rojo de la bomba de tiempo o la bomba atómica camuflada en un osito de peluche es llevada por una niña inocente a las Naciones Unidas.
 
Se puede romper la cara del malo a trompadas, patadas o palazos. Se puede electrocutarlo, meterlo debajo del agua y no dejarlo respirar o quemarle las plantas de los pies. Y el que lo hace es un profesional, pero que fue sacado de las casillas, o de su profesionalismo, por la increíble maldad del malo y no duda en someterlo a las más variadas torturas bajo la disimulada aquiescencia de los colegas que sufren ante un comportamiento tan poco ético pero que hacen la vista gorda o se van, para no hacer la vista de ningún modo.

Las series inglesas, en cambio, son mucho más creíbles. Los buenos suelen ser feos o a lo sumo, normales. Y los malos no tienen por que ser horribles. Y si bien los profesionales torturan con frecuencia en las británicas comisarías, los que casi siempre se hacen cargo de la tarea sucia son los miembros del MI5. Es decir, el estado mismo, organizado y autorizado.

Y ya que está, sería bueno incluir en el listado de torturas a los bofetones, promesas o simulacros de fusilamiento y otras prácticas que no suelen poner en contacto físico o, a lo sumo, no más que levemente, al torturador con el torturado. Siempre pensé que la forma en que se califica el daño físico y psíquico a una persona no depende de los grandes números sino de la particular subjetividad de la víctima. Estoy seguro de que la promesa de un bofetón en el clima adecuado puede determinar el futuro de la psique de alguno mientras otros pueden recibir palazos que rompen los huesos y no verse demasiado afectados. En cualquier caso el torturador no sabe cuánto daño hace en el otro y creo que tampoco le importa. O sí, en sentido de hacer el mayor daño posible. Al fin de cuentas si no fuera un sádico no haría ese trabajo. De esta clase de torturas limpias, las mujeres suelen saber mucho.

Soy, por principio, enemigo de la censura. Pero creo que un buen cartelito, como se hace en el horario de protección al menor, o con los cigarrillos, que diga: Torturar está mal y hace mal a la salud individual y social, no estaría de más antes de cada serie o película policial o de guerra Al fin de cuentas un poco de higiene en el prime time televisivo no puede hacer tanto mal como la justificación, por las razón que fuera, de la tortura.

miércoles, 11 de julio de 2012

Las cruzadas de la boludez

Humito de asado
Nos pasamos los días de invierno soñando con el hogar de leña o la salamandra y en verano con el asadito de leña o carbón al aire libre o el fogón en la playa, que nos suelen ahumar bastante, pero pataleamos si alguien pasa cerca de nosotros, en plena avenida, con un cigarrillo entre los labios mientras llevamos un niño en el cochecito, a la altura en que la concentración de cancerígenos debido a los motores de combustión interna es mayor. Peleamos contra el cigarrillo de tabaco y apoyamos al de marihuana. Nos ponemos ferozmente vegetarianos, insistimos en la condición vegetariana de los seres humanos, y nos olvidamos que si hubiéramos sido vegetarianos es probable que no habríamos pasado de la quebrada de Olduvai, en África, y que tendríamos la cintura más gruesa que los hombros. Y estoy seguro y dispuesto a tomar cualquier apuesta, a que las personas fundamentalistas de lo sano, apunten a la gimnasia excesiva o a las dietas vegetarianas o de cualquier otro tipo, son las más propensas al suicidio.

Perro abandonado
Pedimos que prohiban matar a los perritos y gatitos, porque los animales tienen derecho a la vida, nos ponemos furiosos cuando se pide que al menos se los castre, y después, el que nos regaló el vecino de carpa en la playa, lo abandonamos cuando terminan las vacaciones porque, dónde lo voy a tener  ahora. Y argumentamos que yo no lo pude matar, pobrecito, me da tanta pena, y lo condenamos a la muerte por inanición o enfermedad, rebuscando en los basurales.
Como se ve, matar un animal puede estar lejos de ser el peor trato al que lo podemos someter. Torturarlo durante años arrastrando carros por encima de sus fuerzas, encerrarlos en jaulas de por vida, atacar sus instintos tratando de darle comportamientos humanos que nos resulten divertidos por más que a ellos los violenten y hieran o dejarlos que nos ataquen matándonos o hiriéndonos sólo porque es su idiosincrasia o porque no supimos tratarlos, es mucho peor.

Hace poco vi una propaganda de algún producto que no recuerdo, en el que se comparaba el riesgo de usar una patineta y hacer acrobacias en plena calle con el riesgo de comer comida llena de grasas. Los comensales, que consumían huevos fritos y papas fritas, decían que esos locos, por los jóvenes, se iban a matar, mientras era claro que los suicidas eran ellos, que se condenaban condenando a sus sistemas cardiovasculares a la muerte por obstrucción.
Me pareció una excelente lectura de la realidad, un punto de vista tan inteligente como realista. Del mismo modo se podría argumentar que a los animales y a los hombres se los mata, sobre todo, con las políticas económicas y sus subproductos de hambre, miseria y guerras. Las cruzadas deben, entonces, apuntar a los grandes criminales y no al señor o la señora que fuma o que mata a un animal que no puede mantener. Claro que es más fácil y, en realidad, mucho menos peligroso, molestar a alguien que fuma, que, por ejemplo, a los poderosos de un gobierno genocida o inclusive, neoliberal y su saga de desocupación.

Jóvenes desocupados griegos
Y como ya me puedo imaginar el principal argumento en contra que se me va a oponer, quiero responder de antemano que no es una ley, que no es cierto que cada cual deba poner su granito de arena porque así se pueden hacer grandes cosas. Primero habría que probar que ese granito sirve para algo más que para tranquilizar la conciencia. Hay algo que se llama salto cualitativo que sucede cuando en el mundo real la cantidad termina por modificar la calidad. Y hay algunas acciones que nunca llegan a ese punto crítico. Si, por ejemplo, cada habitante de la tierra, cada uno de los seis o siete mil millones, recoge una gota de agua de mar con un gotero y la tira sobre la tierra, ni la tierra se convierte en un pantano ni el mar reduce su nivel. Así que, insisto, lo del granito de arena puede ser algo muy poético pero con frecuencia poco útil.

martes, 10 de julio de 2012

Dodó la Salmuera


Dodo

Dodo la Soumure. Dodó la Salmuera, cómo puede ser que un delincuente se llame de este modo. Casi parece una caricatura.
Dodó, Pepé, Didí, a nosotros nos resultan apodos infantiles y hasta femeninos, poco lógicos si detrás de ellos hay una historia patibularia de mafioso francés. Pero así son las cosas. Dodo la Soumure, Dodó la Salmuera, en castellano, es un proxeneta franco-belga que tiene su centro de operaciones en el pueblo de Tournai, cerca de la frontera de los dos países.
Su nombre verdadero es Dominique Alderweireld. Imagino que lo de Dodo debe de ser por el Dominique, y lo menciono aquí no porque haya decidido agregar algo amarillista a mi blog, sino porque existe otro Dominique, mirá qué casualidad, relacionado con él: Dominique Strauss-Kahn. Ilustre putañero si los hay.
No voy a avanzar más sobre Dodo, por más que sea un personaje muy pintoresco, salvo decir que por lo que sé, se inició en el oficio en la Costa de Marfil, que hizo trabajos para la mafia Rumana y que su mano derecha tiene el muy poco camuflado seudónimo de L’Assassin, palabra que no creo que necesite traducción. Este muchacho adquirió el nombre por matar a una pobre ancianita durante un robo miserable de doscientos cincuenta francos belgas.
D. Strauss-Kahn
De Dodo, Strauss-Kahn tenía el teléfono en su celular. Cada tanto, sobre todo cuando viajaba al sur de Francia, lo llamaba para que consiguiera alguna chica o algunas chicas para descargar su sobrecargada virilidad. Pobre hombre, no le alcanzaba con la masturbación, que según estudios recientes parece ser un buen remedio para las tensiones masculinas, para poder enfrentar los desafíos que le proponía primero la dirección del FMI y luego su candidatura a las internas a presidente por el socialismo que lo tenían primero en las encuestas. Dicen que le hacía falta vampirizar la energía de jóvenes señoritas, cuanto más jóvenes mejor, para recuperase un poco. Lástima que nadie parece haberle avisado que no sólo hace falta energía para llegar a presidente sino también cuidarse de los enemigos que están siempre al acecho. Teniendo en cuenta que Dominique el político era amigo de Dominique el mafioso, Dodo, éste último, que estaba bastante habituado a acechar a los enemigos de la mafia Rumana, podría haberle avisado cómo era la cosa. Ahora, por no hacerlo, a lo mejor pierde un buen cliente.

Y después hablan de la excentricidad de Cristina Kirschner o del histrionismo descontrolado de Hugo Chávez. Los europeos no tienen remedio.

lunes, 9 de julio de 2012

Un mundo esquizofrénico


Darín en Antena3 - España
Todos quisiéramos que los talentosos y los genios jugaran en nuestro equipo. Pero eso no sucede siempre. Si uno crece y madura, lo termina comprendiendo del mismo modo que uno termina comprendiendo que no son los postes de telégrafo los que corren al lado del tren sino el tren el que corre al lado de los postes.
Para mí, Vargas Llosa es el más extraordinario escritor de lo que se llamó el boom latinoamericano. La guerra del fin del mundo es una de las novelas que más disfruté en mi vida y que me produjo más admiración por su autor. Pero por su autor como escritor de novelas y no como persona, que me resulta francamente espantosa.
Qué le vamos a hacer, la vida, la naturaleza, es así. Objetiva, no tiene signo. A veces es positiva y a veces es negativa por más que nos pese.

Entoces hay cualidades de las personas que no están relacionadas por la causa y el efecto de modo alguno. Darín, por ejemplo, es un muy buen actor. Pero eso no dice nada de su orientación  política o de su ética respecto a cualquier otra cuestión. Es un muy buen actor y eso no es poco. Pero yo no puedo olvidar cómo llegó a consolidar su popularidad: en la cama de una señora mayor y reaccionaria hasta el absurdo. Por lo que si alguien dice que es un ingenuo, yo diría que la verdadera ingenuidad es de el que lo dice. O en realidad el que lo dice cree que el fin justifica lo que se debe decir en los medios, aunque sea convertir a la liebre en tortuga. Y aquí quiero aclarar que mi enojo no es con Darín sino con los que lo interpretan.
La muñeca Cristinita
Hace unos días una periodista de Antena 3 de España lo hizo caer al pobre Darín, al ingenuo Darín, con una narración mentirosa y partidaria sobre la presidenta argentina. Previo al comentario dijo, y no puedo ser literal: otra excentricidad de tu presidenta, una más de las que ya nos tiene acostumbrados. Y se largó con la muñequita Cristinita. Muñequita que, en realidad, hace una artesana argentina junto a otros muñequitos de Chávez, Dilma y otros presidentes sudamericanos, y que alguien le regaló en un acto público. El ingenuo Darín dejó pasar ese comentario con una semi aceptación, tan sutil que le permitiría decir que él no aceptó nada y para desmentirlo habría que entrar en una discusión bizantina sobre el significado de la expresión de su cara. Y luego siguió con la muñequita Cristinita con un humor ambiguo que continuó sonándome más a aceptación de lo que decía su interlocutora que a mecanismo de huída para no tener que tomar partido.

Darín no es ningún nabo. Y su supuesta neutralidad al aceptar sin más lo que le estaban diciendo es más que dudosa, falsa. Aquí los verdaderos ingenuos y los nabos, que abundan en todos los campos políticos incluido el oficialismo, se dieron el gusto de justificar la actitud del ingenuo Darín que por su ingenuidad cayó en una trampa. Y sí, en medio de una entrevista es posible que nos hagan comer un garrón. Sobre todo cuando estamos tan poco acostumbrados a las cámaras y a las entrevistas …
Otra vez se trata de hacer una falsa asociación. Ahora le toca al talento y a la inteligencia. O tal vez al talento y a la perspicacia.

¿Pero no era que Darín era la expresión más acabada del porteño rápido, piola, cachero y aprovechador al que nadie lo pasa? Yo hubiera jurado que se desayunaba todos los días con un gallego y mirá vos, una gallega se lo desayunó a él. ¡Pobre gil!

Y siguiendo con esta malintencionada entrevista pero dejando un poco de lado al benemérito Darín, pobre muchacho desorientado y víctima de la perversión de una entrevistadora televisiva, me pregunto por qué alguien en el exterior podría considerar excéntrica a Cristina. Y la única respuesta lógica es que los medios comunican una confusa imagen de los líderes latinoamericanos. Es posible que uno considere histriónico y excéntrico a un Chávez, el líder venezolano, y hasta a Mujica, con su particular modo de hablar y de vivir. Pero a Correa, Lula, Evo, Dilma y Cristina no veo por qué. Son personas que basan su discurso en la lógica y en los conceptos claros y, aunque no carecen de humor, no hacen del humor o de las salidas extemporáneas la base de sus discursos o sus decisiones políticas ni mucho menos.

Creo que el mundo funciona de un modo esquizofrénico respecto a los líderes sudamericanos. Por un lado los consideran disparatados, egocéntricos y autocráticos, y por el otro los respetan y hasta es posible que los teman, lo que se puede ver por la presencia cada vez más importante de Sudamérica en los foros internacionales. Son la mejor expresión de que el sistema económico más difundido en la actualidad, el que apoyan todos ricos y poderosos de este mundo, no funciona. Y eso es malo para sus negocios. Y ya se sabe que en el capitalismo no hay límite para defender los negocios. 

sábado, 7 de julio de 2012

Vamos a la guerra I


 
Cómo consigue una sociedad que los ciudadanos vayan a la guerra. Cecilia M. me hizo llegar este texto de Erich Fromm:

“Con mucha frecuencia, la sensación de estar amenazado y la violencia reactiva resultante no se basan en la realidad, sino en la manipulación de la mente humana; los jefes políticos y religiosos persuaden a sus partidarios de que están amenazados por un enemigo, y así provocan la respuesta subjetiva de hostilidad reactiva. De ahí que la distinción entre guerras justas e injustas, sustentada por gobiernos capitalistas y comunistas lo mismo que por la Iglesia católica romana, sea distinción muy discutible, ya que habitualmente cada parte consigue éxito al presentar su posición como defensa contra un ataque. Difícilmente habrá un caso de guerra agresiva que no pueda disfrazarse de defensa […]. La tendencia a fingir que una guerra es defensiva revela dos cosas. En primer lugar, que la mayoría de la gente, al menos en los países más civilizados, no puede ser inducida a matar y morir si primero no se la convence de que lo hacen para defender sus vidas y su libertad; en segundo lugar revela que no es difícil persuadir a millones de individuos de que están en peligro de ser atacados y que, en consecuencia, se acude a ellos para que se defiendan. Esa persuasión depende sobre todo de la falta de pensamiento y sentimiento independientes, y de la dependencia emocional de la inmensa mayoría de la gente respecto de sus líderes políticos. Siempre que exista esa dependencia, se aceptará como real cualquier cosa que se exponga con fuerza y persuasión.” *

Yo quisiera hacer unas observaciones al respecto.

En primer término, habría que definir con cuidado cuáles son los líderes políticos a los que se refiere aquí Fromm. Hoy en día son los que controlan los medios, cuando los medios son monopólicos o muy dominantes, los que son capaces de arrastrar a una ciudadanía a la guerra. Hoy vemos que los líderes políticos y los medios no tienen por qué seguir los mismos caminos. El poder real puede no estar en manos de los líderes políticos, al menos en cuanto a manipulación del pensamiento de la sociedad se refiere. Sobre todo en el caso de los gobiernos democráticos.

Y en segundo término no es sólo la paranoia inducida a la sociedad, la condición inminente de un ataque letal, la que puede llevar a combatir, a matar gente, a destruir vidas humanas. También puede ser el dinero que motiva a los mercenarios, o alguna prebenda que se le ofrece a miserables que ya no tienen nada que perder. Muchos centroamericanos se unen a los ejércitos norteamericanos bajo la promesa de ambos, dinero y derecho a una nacionalidad que les daría futuro para ellos y sus familias.
Cecilia me pide que ponga aquí este link: http://www.youtube.com/watch?v=I6sPCSJu31U&sns=fb Hay personas que tienen conciencia plena de las palabras de Fromm y luchan, tal vez con una fuerza escasa e ingenua aunque muy actual, mediante las armas que las redes sociales les ofrecen, contra el miedo al otro. Y aunque no tengan éxito, por lo menos dejan constancia y el testimonio seguirá pasando hasta que la humanidad encuentre la forma de terminar con las guerras.

Jorge Semprún
El intelectual, político y escritor español Jorge Semprún, de total dominio del idioma alemán y amante ferviente de la cultura alemana, luego de haber pasado un tiempo en un campo de concentración Nazi, por comunista, lo que le dio la posibilidad de saber de qué hablaba cuando escribió el guión del documental Noche y niebla que filmara Alain Resnais, volvió a Alemania muchos años después.
Daniel Baremboim
Y dijo que ya no podía encontrar a la cultura alemana, que había desaparecido con los judíos exterminados. Que había descubierto que era en ellos que había residido la verdadera cultura alemana.
De chico escuché hablar siempre con orgullo y respeto del humanismo judío. Estos últimos años tuve la sensación, como Semprún, de que ese humanismo había muerto con la segunda guerra mundial, pero personas como el argentino-israelí-español-palestino Daniel Baremboim o este muchacho israelí de Youtube, me dan la cálida esperanza de que un montón de señores vestidos de negro y con largas barbas y patillas, que no pelean los sábados pero se permiten tirar piedras esos mismos días y agredir a todo aquel que no cumpla con sus preceptos religiosos, como, por ejemplo, andar en ómnibus o en ascensor, dejen de ser determinantes en la política israelí.

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* Erich Fromm, El corazón del hombre. México, Fondo de Cultura Económica, 1992 (pp.2122)

viernes, 6 de julio de 2012

Campo de batalla

Mediterráneo, ¿Mare Nostrum? 
De izquierda a derecha, en el mapa del sur del Mediterráneo: Marruecos, una monarquía absoluta y obsecuente, apenas con algunos matices de democracia como para no escandalizar demasiado. Argelia, una especie de bomba de tiempo que se desliza hacia el fundamentalismo extremo, Túnez saliendo de una revuelta popular, poco clara, y yendo hacia un futuro menos claro todavía. Libia, con su cohesión social destruida, disfrazando la anarquía con un lavado de cara seudodemocrático atado con hilos que no sólo se ven sino que están hechos de material más teórico que práctico. Egipto con elecciones que dan a un gobierno de un espíritu democrático dudoso, un poder muy limitado por las fuerzas armadas. Israel que merece un análisis aparte, Chomsky considera que política y militarmente funciona como un mercenario de Estados Unidos. ¿Quién se acuerda del Líbano? ¿Quién se acuerda de ese faro de cultura del mundo árabe? Y Siria, un campo de batalla. Y cómo no sería Siria un campo de batalla si Assad tiene a la vista el destino de Sadam Hussein y el de Khaddafi* . Hasta la rata más miserable no se rinde ni ante un elefante si no le dan más alternativa que la muerte. Qué curioso, las series norteamericanas siempre nos muestran el poder de las negociaciones para resolver los conflictos, negociaciones que a veces implican reducir enormemente las penas a los culpables, y a Assad nadie le ofrece nada. Sólo le piden que deje el gobierno mientras la gente sigue muriendo en las calles. Por lo que sé ni China ni Rusia, sus aliados en las Naciones Unidas, le ofrecieron asilo. De hecho, no les interesa asilarlo sino tenerlo ahí en el gobierno para poder seguir vendiéndole armas.

¿Estoy paranoico o hay alguna política acordada por los países poderosos para con el mundo árabe?

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* Los franceses no tienen el sonido “j” español así que inventaron en lingüística el grafema “kh” para representarlo. En consecuencia uno ve algunos nombres escritos alternativamente de una u otra manera. En el caso del ex líder, escuché a varios libios pronunciar su nombre como Jad-dafi, con el sonido “j” en castellano, más parecida todavía a la “j” centroamericana que a la española, como una “h” aspirada en inglés,  y una especie de doble “d”, sosteniendo la lengua contra el paladar un instante en ese sonido. Las “a” son muy abiertas, más que las nuestras.

jueves, 5 de julio de 2012

Qué hacer con Lanata

El gato en el inodoro

Este muchacho. Qué hacer con él. Que es un tipo brillante, no cabe duda. Pero cómo fue que se dio vuelta de ese modo.

Hay que recordar que el espacio que ocupó y que dio fama al joven  emprendedor Lanata no pudo ser ocupado por Rodolfo Walsh, porque estaba muerto, o por Eloi Martínez, porque estaba exiliado, o por otros tantos periodistas de envergadura semejante. Hubo que conformarse con lo que había. Junto con algunos ejemplares más de su generación, como Rodrigo Fresán, Caparrós y otros. El equipo de las jóvenes estrellas unidos a un par de remanentes de generaciones anteriores, como Saccomano o Fogwill, hicieron un buen trabajo.
Y todos ellos se hicieron referentes de la cultura y del éxito con su agregado de frivolidad posmoderna, de un humor tirando a básico y de una gloriosa pedantería. Bravo por ellos que supieron aprovechar la coyuntura.
No estoy muy seguro de qué significa en estos tiempos solidez ideológica, pero me parece que esas personas no la tuvieron ni la tienen.
Valentía, sentido de la oportunidad, capacidad de trabajo, espíritu emprendedor y hasta talento. Todo esto se les podría asignar. Tal vez no a todos y en diferentes dosis, pero sí a la mayoría de ellos. Pero, y nunca más válida la conjunción adversativa pero, no se les puede pedir un gran sentido ético ni de coherencia. Salvo, tal vez, la trivial y muy compartida de amor al dinero.

Y volviendo entonces a la pregunta del título, qué hacer con Lanata. Creo que se le podría aplicar un poco de su mismo humor descalificante y pretencioso. Propongo que se propague que el mejor antídoto contra su nueva versión es el de imaginarlo sentado en el inodoro, haciendo fuerza. Y este método que es infalible en Argentina: correr la voz que Lanata es mufa. Agregando un par de casos de gente que murió después de hablar con él o que se cayó debajo de un tren y perdió las piernas. Eso sí, hay que hacerlo inclinando la cabeza a un costado y mirando un buen rato, en silencio cómplice, a la cámara. Hay que hacerlo pensando con fuerza (subtexto): ¡Qué vivo soy!

miércoles, 4 de julio de 2012

Cinco zanahorias

Centro de trueque (2001)
Debo decir que este comentario me resulta entre melodramático y  kitsch como una mala telenovela, pero a veces la realidad también lo es; con lo que agrego, para colmo, un lugar común.
Leí que en algún pueblo del sur de España, por Andalucía, la crisis está obligando a hacer trueque. Y eso me hizo volver al año 2001 y a una imagen que no consigo ni quiero borrar, con la ambigüedad que esta declaración pueda tener.
Por esa época había conseguido dar un taller literario en una empresa muy importante. Lo que me tenía muy contento porque durante los tres meses que iba a durar el taller había resuelto el problema económico. Al menos, lo básico.
La empresa quedaba a cinco o seis calles de la estación de subterráneo de Federico Lacroze. Y a media cuadra de la estación, sobre la avenida Forest, había un centro de trueque de los que proliferaban por esa época. Como yo pasaba por la mañana temprano, veía la cola de personas que esperaban a que abrieran las puertas. A la vuelta, unas tres horas después, ya no quedaba nadie en la cola. Sólo las veredas muy sucias.
En la cola para entrar había toda clase de gente. Casi siempre de a dos, como si fuera necesario apoyarse en alguien conocido para poder regatear y no sentirse intimidado por el histrionismo que implica y al que, a lo mejor, no se estaba acostumbrado. O simplemente para soportar mejor la vergüenza de exponer la necesidad más extrema.
De toda esa gente que veía al pasar, sólo recuerdo a un muchacho. Como no soy bueno para descubrir la edad de la gente, diría que debía tener más de treinta y menos de cuarenta años. Era muy bajo y estaba correctamente vestido con una remera roja y un pantalón oscuro, negro o azul marino. Y tenía sobre las palmas de las manos, como si se tratara de un animalito o como si estuviera por hacer una ofrenda, cinco zanahorias. Eso debía ser lo que este muchacho tenía para cambiar vaya uno a saber por qué cosa. Vaya uno a saber por qué. Y su imagen se me quedó grabada.