El Blog de Emilio Matei

lunes, 6 de agosto de 2012

Selección al revés


Nuestra forma principal de adaptación biológica es la cultura, no la anatomía. Dijo el antropólogo Marvin Harris

En todas las comunidades de origen religioso, o donde la convicción religiosa es muy importante, los más emprendedores, los que más se forman y se actualizan, suelen elegir sus parejas en función de sus propios deseos, del enamoramiento. Y eso puede suceder en la universidad, en el ejercicio de la profesión o en cualquier otra forma no sectaria de compartir el espacio y el tiempo en una sociedad moderna. Por lo que la probabilidad de elegir una pareja del mismo origen comunitario se reduce mucho y favorece a que la gente que permanece en la comunidad sea la menos emprendedora, peor formada y hasta la moralmente más cobarde; obligada por estos hechos a retroceder cada vez más hasta llegar, tal vez, a la disolución como grupo. En algún caso y en comunidades que ya se han reducido bastante, la destrucción se ve acentuada todavía más por la cantidad de gente con problemas genéticos debidos a la endogamia, al entrecruzamiento entre personas de la misma familia o de gran proximidad en el parentesco. 

La evolución fundamentalista o el Dios dirá

Por eso digo que en esas comunidades actúa una especie de selección al revés, o tal vez habría que decir con más propiedad, selección negativa: los que se quedan son, casi siempre, los peores. Que son vistos internamente, en rigor de verdad, como los mejores, los auténticos, los más confiables y los verdaderos. A un pasito del más estúpido y brutal fundamentalismo. (Véase de Lincoln al Tea party, artículo rádical que no escribiré.)

Sólo un ataque violento venido desde el exterior de la comunidad puede invertir la dirección de este destino manifiesto. Por lo que atacar a una comunidad es acercale sangre fresca, a veces hasta en sentido literal, y permitir que retenga a los mejores cuadros. Eso implica que si alguien quiere atacar una comunidad, sea de judíos, árabes, negros, sudacas o europeos del este, y es posible que en un futuro no muy lejano se le agreguen los españoles, portugueses, italianos o griegos, lo único que consiga sea, al frenar la posibilidad de asimilación al medio social, fortalecer a esas mismas comunidades obligándolas a mantener en su interior a las personas más interesantes y tal vez, por ese mismo motivo, las potencialmente más peligrosas. Personas que serían, en un contexto humanístico y más racional, un aporte extremadamente positivo para el conjunto de la sociedad.

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