El Blog de Emilio Matei

martes, 30 de octubre de 2012

Las mujeres armenias y los hijos de los desaparecidos

En abril de 1915 se produjo el que sería llamado primer genocidio del siglo XX, la masacre de los armenios en manos de los turcos. Entre un millón y un millón y medio de personas asesinadas en un hecho histórico que nunca fue reconocido por el estado turco.

Madres armenias 1915
A pesar de que las órdenes eran de matar a hombres mujeres y niños, la realidad es que muchas mujeres armenias con sus hijos quedaron vivas. Y pudieron sobrevivir gracias a que se integraron o formaron familias islámicas abandonando sus creencias religiosas cristianas, lo que les permitió acceder a la nacionalidad turca.

Estos casos parecen no haber sido aislados sino muchísimos. Por un lado se habló de las mujeres bellas pero por la frecuencia con que parece haberse producido, estimo que para muchos turcos de la época apropiarse de una mujer dispuesta a cualquier cosa para salvarse y, sobre todo, para salvar sus hijos de una muerte segura, debió de ser un regalo del cielo.

Hoy en día, algunos escritores y periodistas tanto armenios como turcos, tratan de reconstruir esa fusión de los respectivos grupos sociales en búsqueda de su verdadera identidad originaria. Son los nietos y bisnietos de esas mujeres los que buscan entre los recuerdos propios y de sus mayores, trazas de sus orígenes.
Teniendo en cuenta la fecha del genocidio, mil novecientos quince, es muy improbable que quede alguien vivo y que pueda narrar en primera persona lo que sucedió en realidad. De hecho y según los registros franceses, desde hace unos pocos años ya no queda vivo ningún soldado que haya participado en la primera guerra mundial. Pero hasta hace poco había unas cuantas abuelas que recordaban los cuentos de horror y desesperación que les habían contado sus madres víctimas directas del genocidio. O cómo sus nombres armenios se habían perdido en el proceso de integración.

Imagino que el negacionismo turco tampoco ayuda para intentar algún recurso vía ADN.

Abuelas de Plaza de Mayo
Pero el objeto de esta nota no es el de contar el genocidio armenio, sino remarcar el horror, o mejor dicho, la continuidad del horror, que implica la apropiación de personas. Ni siquiera ya como mercaderías sino como objetos a recolectar, como si no tuvieran más entidad que una fruta que se arranca de la planta sin más, sólo porque está en buen estado.
La capacidad que tuvo la inquisición en su momento, la Turquía de principios del siglo XX, la Alemania nazi a mediados del siglo, el Proceso en Argentina de los setenta y hoy el ejército de la India en la Cachemira y quién sabe quién más en qué otra parte del mundo, de crear un dolor en la gente que a veces dura cientos de años y que va de familia en familia sin terminar nunca de atenuarse del todo, es parte de un triste legado que sobrevive en los niños apropiados que aún no lo saben o que, sabiéndolo, no lo quieren reconocer.

domingo, 28 de octubre de 2012

Crítica de los mensajes

Al artículo que escribí el 2 de agosto pasado, publicidad y lenguaje, le quiero agregar una crítica más general. Apunto al uso de las palabras que hacen muchos políticos o supuestos comunicadores sociales.

Que el lenguaje nos representa, no es ninguna novedad. Tampoco es novedoso, aunque tiende a ser olvidado, que es útil para definir quién es el otro, o la alteridad, qué es lo mismo pero dicho con ¿más elegancia poniendo en evidencia el buen nivel y la proximidad a las ciencias humanas del emisor del mensaje?
El que no nos entiende, el que no alcanza a comprender lo que queremos decir, es: el otro.
Insisto con este tema porque me parece fundamental: cada vez que pertenecemos a algo, estamos definiendo a los que no pertenecen.
 
El relato(*), la demanda agregada, el valor simbólico, el juez subrogante y tantas otras palabras que se crean en cada disciplina, en cada corporación, y que son usadas por personas con la razón o la excusa de una necesidad que creo que debería ser probada.

Qué pasa cuando la audiencia no pertenece

Un neologismo bien logrado es un hallazgo que resulta en la mejor definición y en un ahorro importante de palabras, no cabe duda. No es lo mismo decir homeóstasis que equilibrio dinámico, por ejemplo. Con el agregado de que es bien sabido que los sinónimos perfectos no existen. Pero en este caso, ¿es imprescindible? Ya  es usualmente necesario explicar con detenimiento y con ejemplos, qué es un equilibrio dinámico, lo que un biólogo o un médico llamarían homeóstasis, como dije, o lo que podría ser un pozo de potencial, para un físico; como para agregar la complejidad de una denominación particular.

¿Sida o Aids?, dime con quién andas y te diré quién eres

¿Cuál es la diferencia entre Sida y Aids, o entre globalización y mundialización? La diferencia, en realidad, no es más que la escuela que la usa, en este caso la norteamericana o la francesa. Y luego cada una de ellas agrega como diferencias de su definición sólo a las diferencias políticas o, más probablemente, de política universitaria, cuando no el puro nacionalismo que las produjo. Y los que las usan se definen, sólo por usarlas, en una u otra posición. ¡Y sólo por el uso de una palabra!

Pero mejor dejar a los científicos usar las palabras como se les dé la gana en la medida en que lo hagan entre ellos. Es su derecho. Pero tanto para ellos como para los que toman su lenguaje como propio, es como mínimo de buena educación usar un lenguaje plano y comprensible cuando se dirigen a un grupo social complejo o mixto  Sobre todo cuando lo que se quiere comunicar es más importante que comunicar lo lindo, inteligente y sabio que uno es, y todavía más, cuál es el grupo al que uno pertenece.

Dicho sea de paso, qué fácil es para un servicio de informaciones saber quién es y qué piensa una persona con sólo hacer un análisis del lenguaje que usa.

(*) El relato, no me gusta para nada esa forma de referirse a una interpretación de la realidad, sea esta interpretación honesta o no. Ya que remite a una pura ficción, quitando al estudio de la realidad la posibilidad de aferrarla lo suficiente como para entenderla y modificarla. Es la misma posición que reemplaza la palabra conocimiento por la palabra saber. Dando un tono entre irracional y esotérico al proceso, siempre difícil e incompleto, de comprensión de la realidad, priorizando a una supuesta e indefinida sensibilidad para percibir los hechos del mundo real sumada a la pura memoria, dejando de lado al pensamiento organizado, el que usa a la realidad como una biblioteca que debe ser leída, inclusive pero no exclusivamente desde la sensibilidad y la intuición, para luego ser analizada por la razón y, cuando la ciencia y el mundo real objetivo lo permite, puesta a prueba.

jueves, 25 de octubre de 2012

Cómo hacer amigos I

Las cosas son un poco más complicadas: el argumento perfecto, el argumento odioso

Discusión
Cuando algunas personas se ven obligadas a replicar en una discusión, y no tienen mucho que decir o no se quieren tomar el trabajo de pensar un poco, utilizan un interesante y omnívoro argumento. Las cosas son un poco más complicadas. Tal vez acompañada de una cara de superad@ que siempre da la sensación de que se omite mucho más de lo que se dice, signo inequívoco de inteligencia o, a menudo, de simple estupidez. Esta muletilla discursiva se usa, especialmente aunque no de forma exclusiva, en el mundo sicoanalítico. Mis queridos amigos, ¡todo es un poco más complicado! Y si uno debiera ser exhaustivo cada vez que intenta discurrir sobre algo, el simple diálogo sería imposible.

Lo que es imprescindible leer, según algunos

Las nueve musas
Hay gente que nos atiborra de cultura y arte, ya sea en nuestras casillas de mail como en sus blogs. Con esos medios se puede expresar lo que se piensa, como en este mismo blog, sobre algún o algunos temas y también se pueden transcribir recortes de la realidad o de la actividad intelectual de vivos o muertos que nos parecen importantes o dignas de mención o, por lógica, se puede hacer una combinación con todas esas cosas.
Pero tanto el pensamiento del bloguero como los recortes o patchwork que pueda hacer de la realidad, que considera dignos de ser comunicados, no tienen por qué ser apetecibles para todos. Ni tampoco tienen por qué ser considerados, sencillamente, interesantes. El problema es que muchos de los que escriben blogs o envían sus mails, cuando son rechazados, consideran que la rechazada es la cultura y no ellos mismos, sus capacidades para seleccionar o crear cosas de interés universal o al menos de alguna mínima importancia para uno.

Cada vez que pedí a alguien, de buen modo, que dejara de incluirme en sus listas de mails sobre temas culturales, se me contestó: creí que te interesaba la cultura. Obligándome a un esfuerzo desmesurado para no contestar con alguna barbaridad.

Quiero dejar en claro que el egocentrismo patológico, pese a lo que se cree en Argentina, no es patrimonio de ninguna nación particular de Latinoamérica. De hecho, me pasó lo mismo con gente de Venezuela, Colombia, Perú, Uruguay y, claro, Argentina.

En realidad, cuando alguien lee nuestro blog o pide que se le envíen mails de una lista de algún tema en particular de tipo cultural, sólo cabe agradecer. Y en el caso contrario, disculparse por las molestias y a otra cosa. ¡Un poco de modestia, recórcholis!

martes, 23 de octubre de 2012

El arte James Bond


Algo muy perverso se agrega a los medios de que dispone la derecha más salvaje para legitimarse. Y es esa especie de salvoconducto ideológico de que disponen los artistas. El arte, como James Bond, tiene derecho para matar.
Desde Grifith, con el nacimiento de una nación, película racista aunque obra maestra de técnica cinematográfica en la que se usan recursos que luego serían enseñados a todos los quisieron hacer cine, hasta un Céline, extraordinario escritor pro nazi, o Borges, con su ideología elitista de derecha antidemocrática y Vargas Llosa, poco más o menos.

Céline
La admiración que producen ciertas obras hacen soportable la repugnancia que producen sus autores. Y esto parece haber sido descubierto por la militancia de la derecha. Hoy hay personas que con o sin talento se escudan detrás de una supuesta  obra de arte para enviar sus mensajes de odio a la sociedad. Verbigracia, por estos tiempos que corren, el francés Richard Millet, que publicó el ensayo Elogio literario de Anders Breivik.Y en realidad es obvio que su intención no es estética. Ni siquiera es desafiante o iconoclasta, su intención es claramente política.

Por supuesto no se trata aquí de prohibir la expresión de nadie, por odioso que sea. Ni siquiera se trata de considerar una obra de texto como incitadora al delito. El concepto de la incitación al delito es tan borroso como el de la libertad. ¿Incitar a qué? ¿Libertad de qué? Esa parte queda para sociólogos, sicólogos y expertos en derecho. Tampoco se trata de hilar fino sobre la obra de Millet y convertir todo esto en una discusión regida por la retórica de una u otra ideología. Se trata sí de reclamar los espacios mediáticos y políticos para expresar el rechazo que tales prácticas producen. En concreto, la lucha no pasa por prohibir, sino por exigir espacios de expresión equivalentes.

sábado, 20 de octubre de 2012

Vamos a la guerra II

De acuerdo a Erich Fromm, que transcribo en el artículo Vamos a la guerra I, para conseguir que la gente mate poniendo en juego la propia vida es necesario convencerla de que es atacada y de que está obligada moralmente a defender a los suyos. Estas condiciones se van creando hoy en día en Europa de forma muy evidente. En particular desde dos frentes que muchas veces son sólo uno mismo. El rechazo universal a los inmigrantes, legales y de los otros, y el del Islam, sean los islámicos locales o importados.
Europa, inmersa en una crisis de la que no puede salir, necesita desesperadamente fijar en un chivo emisario adecuado, el culpable de todos sus males.
No parece que el fracaso del nazismo, con su ideología racista, haya servido de experiencia suficiente para muchas personas. Otra vez es el otro, el que vino de afuera así haya vivido entre nosotros durante varias generaciones, el culpable de todos los males.

Anders Breivik
Pero hay unas cuantas diferencias con los medios clásicos para llevar a la gente a la guerra. Ahora disponemos de las redes sociales y de una cultura del individualismo, tal vez acentuada por la influencia del capitalismo norteamericano y de su ideología del self made man, para producir superhéroes, estandartes ideológicos con la capacidad y valentía como para actuar solos en defensa de sus ideas. Los miembros de las derechas pueden masificarse a enorme velocidad y con total impunidad en las redes sociales y al mismo tiempo actuar individualmente con una capacidad letal que no existía a mediados del siglo XX. Como en la acción individual del inspirado Anders Behring Breivik, en Noruega, quien con una extraña lógica, produjo setenta y siete asesinatos de una mayoría de rubios y jóvenes noruegos, necesaria para probar que estamos siendo atacados por los árabes y el Islam.

Las pruebas están a la vista, más allá de los matices ideológicos y de que muchos atentados no coincidan con la teoría general de quién es el enemigo. Desde el atentado a la AMIA en Argentina a las torres gemelas en Nueva York o las explosiones en el underground de Londres y en la estación de Atocha, en Madrid.

Ya están todos los elementos ordenados, listos para enviar a los europeos, crisis mediante como no podía ser de otro modo, a la guerra. Con mayor razón teniendo en cuenta que las guerras, por estos tiempos, se hacen en el país del otro. Pero yo no confiaría tanto en eso. La caja de Pandora ya fue abierta y no hay que olvidar que en su interior sólo quedó la falsa esperanza.

jueves, 18 de octubre de 2012

La dura lucha por los privilegios

A fines de los años sesenta, cuando importar un coche en Argentina era casi imposible, con tener un buen pasar era posible comprarse lo mejor que se podía conseguir, un Renault 12 o un Peugeot 504. Y eso alcanzaba para poder lucirse y tener no demasiados competidores. Con el advenimiento del menemismo y la consiguiente apertura de la importación, ya la cosa se puso muy difícil. No cualquiera podía comprar un Mercedes o un BMW. Eso nos puso nerviosos a muchos que hasta ese momento nos habíamos sentido privilegiados con todo derecho.
Burgués pequeño

Claro que no es cuestión de reconocer que en realidad siempre uno fue un clase media a gatas, un burgués pequeño pequeño, como se tituló una película de Sordi que debió traducirse como un burgués pequeñísimo haciendo uso de ese diminutivo entre tierno y despectivo. Entonces se habló de los advenedizos que con un poco de plata ya se sentían como uno.

El caso más divertido de ascenso de clase, si se puede decir así de un fenómeno que no era más que la expresión de una tragedia, lo viví en un astillero muy importante que, por los años del proceso, fabricaba un crucero de nueve metros que costaba en su configuración básica, ochenta mil dólares. Ese lindo barquito, ya que para acceder a la condición de barco debía subir sus medidas hasta no menos de trece metros, había sido decorado por un par de señoras muy elegantes de la zona de San Isidro. Pero los que los compraban eran militares y otros tristes personajes de las distintas fuerzas armadas, casi siempre de rango medio o bajo, cuyo dinero venía de robos y requisas en casas de militantes o de gente que fuera definida como tal, agregado al usual de la trata de personas o de la droga.
El horror de esas lindas señoras no era el origen del dinero, teniendo en cuenta que de esas cosas inevitables no se hablaba, sino del mal gusto de los compradores y sus feas mujeres. La ofensa máxima a su dignidad de diseñadoras la tuvieron que sufrir cuando a un comisario se le ocurrió orlar el parabrisas con flecos dorados como los que se usaban en los colectivos del conurbano y a otro decorar el interior con una serie de gatos de porcelana alineados de menor a mayor.

Y sí, el ascenso social de las clases más bajas es de muy mal gusto y un atentado a los bien logrados privilegios.

Por qué será, y vuelvo con este tema leit motiv de más de uno de mis artículos, que la gente esa quiere las mismas cosas que uno. Y cuando esas cosas no son idénticas, es porque consiguieron modificarlas hasta convertirlas en lo que ellos son, como el caso de los cruceritos decorados de más arriba. Lo que nos obliga a abandonarlas.

Ahora la clase media debe estar más alerta que nunca.

Hoy en día, en la mayor parte de los casos no se puede objetar a los nuevos ricos por la procedencia de su dinero, que lo peor que tiene es que es nuevo, ya que casi siempre es resultado del trabajo acompañado por políticas de estado dictatoriales, populistas y distributivas de una falsa democracia en las que todos los votos valen lo mismo.
Claro que si el dinero fuera mucho tampoco molestaría porque los ricos, es bien sabido, no molestan nunca, todo lo contrario, hasta su proximidad nos prestigia. Y si sus gustos fueran extraños no serían más que excentricidades.

Una de las terribles novedades de estos tiempos que corren es que aún sin poseer una fortuna hay un montón de personas que pretenden ocupar los espacios más agradables con las llamadas segundas residencias. Lugares que por su propia naturaleza deberían tener una distancia prudente entre las casas y de ser posible obviar las cumbias, salvo que el nene haga una fiesta o que se pongan de moda, y los asados demasiado humeantes. ¡Hasta sus rotweilers se pelean con nuestros golden retrievers! O viceversa.

En conclusión, y aunque no lo pueda decir en voz alta porque es políticamente muy incorrecto, un país que crece se vuelve insoportable. 

martes, 16 de octubre de 2012

El octavo loco

Recreo Tres Bocas
A poco más de treinta kilómetros del kilómetro cero, hay un hotel abandonado desde hace al menos cuarenta años. Pero no es un abandono total, cada tanto, cada varios años, como en un estremecimiento de locura que asegura que algo sigue vivo allí, se hacen algunas reparaciones o se intenta alguna reforma que nunca se termina y que se agrega al deterioro general.

Roberto Arlt es para mí uno de los escritores argentinos más importantes. Su pintura descarnada e irónica, cuando no directamente humorística del porteño, nunca le gustó demasiado a la gente de letras que prefería, y prefiere, sin lugar a dudas, a la higiénica e inteligente prosa de un Borges. 

El hotel Tres Bocas, en la confluencia del río Sarmiento con el Abra Vieja y el arroyo Santa Rosa, en el delta del río Paraná, tuvo muchos años de esplendor. Yo mismo recuerdo, aunque vagamente, el edificio elegante que fue. Debo de haber sido muy chico porque la imagen en mi recuerdo es insegura.
Poco sé del dueño actual del Tres Bocas. En realidad nunca pregunté demasiado sobre el tema. Alguien me dijo que era un húngaro y que estaba un poco loco. Si esa persona fue el dueño estos últimos cuarenta años, no lo sé. Tampoco sé cuándo se hizo del hotel ya que originariamente era propiedad de los Ferrando, dueños también de la que fue la famosa óptica Lutz Ferrando y Cia. y de otras empresas importantes.

Roberto Arlt
La vida de Roberto Arlt fue siempre complicada. Y corta, apenas cuarenta y dos años que dejaron una obra, para mí, fundamental. Había nacido en mil novecientos y murió en el cuarenta y dos, cuando todavía el Tres Bocas estaba en pleno esplendor.
Es difícil encontrar en la literatura argentina personajes tan representativos de lo que fue Buenos Aires como en Roberto Arlt. Tipos delirantes con proyectos delirantes tan propios de nuestra fauna. Esas personas que a los que somos más o menos racionales nos vuelven locos con sus teorías estrafalarias y su mirada completamente falsa de la realidad a la que tienen tendencia a construir según sus deseos o necesidades. En particular y de modo preciso en la novela Los siete locos.

Por el Tres Bocas pasaron figuras importantes y otras menos conocidas. Perón y Evita, nazis prófugos, oligarcas y variados advenedizos. Entre ellos, como siempre sucede, unos cuantos intelectuales, como el mismo Roberto Arlt. Es fácil imaginar que allí se deben de haber cocinado decisiones políticas importantes y ejercido amores non sanctos. Tal vez también se hayan pensado novelas y cuentos, el ambiente, sobre todo por las noches, tenía que ser ideal.

Roberto Arlt le pidió a su ex esposa que tirara sus cenizas allí, en el río, donde el Sarmiento confluye con el Abra Vieja. En Tres Bocas.

domingo, 14 de octubre de 2012

Los tránsfugas

Marcos Aguinis, desde intelectual del partido comunista hasta partidario de la derecha agropecuaria. Jorge Lanata, desde referente periodístico de la izquierda hasta punta de lanza de la derecha mediática.

Marcos Aguinis
Con la caída del comunismo soviético muchos miembros del partido comunista se vendieron, porque no se puede hablar de conversión sino de defensa de intereses personales, al mejor postor. Y el mejor postor siempre es de derecha, obviamente. ¿Es esta situación asombrosa? No tanto, cuando la ideología se parece mucho más a una confesión religiosa que a una decisión filosófica. La pérdida de la religión, una creencia, se acompaña siempre de una pérdida de los valores que le son propios. Quedar pataleando en el aire significa, en estos casos, quedar reducido a los propios intereses, subjetivos e individuales. Una especie de todo vale justificado por el inútil sacrificio realizado durante años por un sistema que no fue capaz ni siquiera de perdurar, lo menos que se le puede pedir a una religión. En concreto, uno se convierte en un resentido lleno de justificaciones para abusar de los demás.

Lanata, de la perversión a la estupidez

Miembros del partido comunista dedicados a las más terribles actividades a favor de lo más representativo de la derecha hay muchísimos. Más interesante para mí es el caso de Lanata. Siempre peligroso para los que lo financiaron, amigo del dinero ajeno, hay mucha información judicial al respecto, cansado a lo mejor de ser un emprendedor independiente, debe de haber entendido que se ganaba más dinero siendo un empleado estrella de una empresa muy poderosa.

El médico brujo

Jorge Lanata
Pero qué sucedió con sus capacidades. ¿Acaso lo empiezan a socavar las arterias tapadas? Es posible, teniendo en cuenta la edad, el cigarrillo y el sobrepeso. Pero a lo mejor la biología no tiene nada que ver y la razón sea la misma que hace cometer errores a los chamanes y médicos brujos en general. Esos señores, cuando son auténticos, se convencen de sus poderes del mismo modo que convencen a los demás. Ellos creen. Ellos están seguros. Aunque la realidad se les oponga de forma evidente. Y ese fue el caso de Lanata, desorientado y puteador ante el triunfo de Chávez en las elecciones venezolanas. Es imposible creer que Lanata no tuviera información veraz y suficiente como para saber que Chávez iba a ganar. No era tan difícil ya que todos los que evaluábamos información lo sabíamos. ¿Cómo pudo caer en esa trampa?
Lo que debió hacer Lanata era tener una operación más completa e inteligente que la que promovió en el aeropuerto de Caracas, cuando hizo desplantes que impulsaron a las fuerzas de seguridad venezolanas a tomar cartas en el asunto. En realidad, poca cosa, algo que cualquiera puede hacer, tan fácil como juntar gente en el obelisco de Buenos Aires si uno avisa a los medios con tiempo y a una hora determinada se pasea desnudo.

En este momento estoy seguro de que, como yo, hay gente en Clarín que piensa que a Lanata le están pagando demasiado.

viernes, 12 de octubre de 2012

El valor de la información internacional

Una perspectiva del mundo es fundamental para entender y prevenir

El absurdo bombardeo con disparos de morteros de los sirios a los turcos, la respuesta de los turcos a los sirios y el bombardeo, otra vez de los turcos, al Kurdistán Iraquí supuestamente a miembros del rebelde Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), son un nuevo llamado de alerta.

Mejor mirar con detenimiento a toda esa operación que se está armando porque no estamos tan lejos de que se usen con nosotros operaciones del mismo género.

Bastaría que se nos acusara de atacar a las Islas Malvinas o algún barco inglés de los que pululan por los alrededores, o que algún loquito lo hiciera en realidad, para que Inglaterra se pudiera permitir un contraataque desmesurado, con pedido de ayuda a la Otan incluido.
La Patagonia, y su petróleo, está a sólo una operación publicitaria sobre las Malvinas por parte de Inglaterra del mismo modo que España lo está de una operación publicitaria sobre Gibraltar o sobre las bases norteamericanas que soporta desde la posguerra.
Esta es una de las razones de por qué es necesario terminar con el tema Malvinas, seguirlo hasta sus últimas consecuencias, más allá de toda retórica sobre derechos de una y otra parte.
Las Malvinas son la espada de Damocles de la Patagonia, o de Argentina como país independiente y soberano. De más está decir que la misma función cumpliría una base militar de cualquiera de los países desarrollados que cada tanto aparecen pidiendo un espacio en nuestro país para ayudarnos y capacitarnos para defendernos de improbables centros terroristas.

Pero volviendo sobre el oriente medio, y teniendo en cuenta que hace pocos días casi todos los países de la zona declararon que no dejarían pasar aviones israelíes en camino a Irán en un eventual ataque preventivo, vale la pena dar una mirada al mapa.
¿Será el absurdo ataque de los sirios a Turquía un primer movimiento de una complicada partida de TEG que terminaría con un Occidente atacando a Irán?


miércoles, 10 de octubre de 2012

La escabrosa búsqueda de la verdad

Estos días me encuentro con disyuntivas extrañas.
En general los hechos objetivos, los que son claramente mensurables, deberían ser considerados más allá de las ideologías o al menos de los encuadres partidarios. Si llueve, llueve para todos. Basta estirar la mano y dejar que se moje para constatar un hecho obvio y apolítico por naturaleza. Pero qué pasa cuando los hechos no son tales, cuando son construcciones de los medios o de instituciones francamente poco confiables.
La búsqueda de la verdad se vuelve, entonces, una búsqueda difícil, plagada de trampas y con resultados que igual serán discutidos y descreídos por aquellos a los que no les convienen o los que tienen colonizadas las ideas.

Apolo, dios de la Verdad entre
otras actividades, despellejando
 a Marsias

Nunca fue más difícil probar un hecho social, por más sencillo que sea.
No, eso es un hecho, no es  una cuestión política. Escucho decir a cada rato. Y no se trata, en la mayor parte de los casos, de personas que mienten a sabiendas. Se trata de personas muchas veces honestas pero que están mal informadas y que suelen ser acríticas con las verdades que resultan evidentes para su clase o a la clase en la que se autoincluye. Y digo autoincluye en plena conciencia de que la gente, sobre todo la de clase media, se desespera por sentirse en un nivel superior al que le corresponde y lo único que consigue es interpretar al mundo según los intereses de otros, intereses que casi siempre terminarían por destruirlos.
Alcanzar una información verídica se ha vuelto una tarea poco menos que desesperante. Queda sólo la propia experiencia y los hechos que se imponen por sí mismos, como la lluvia.
Y la lluvia es un buen ejemplo y una referencia para las comparaciones. Si llueve, llueve, más allá de si estamos o no en un período del niño o de la niña, si tenemos un paraguas o no, o si somos capaces, respecto a la lluvia, de aprovecharla o de sufrirla.
Me gustaría usar ese ejemplo de la lluvia para tomar un caso como modelo. Si hay más gente con coches nuevos, respecto a la utilidad o al placer que les dan a sus dueños no importa si es porque no se pudieron exportar, porque se vienen elecciones o por cualquier otro motivo. Lo que sí es cierto es que los que los compraron tuvieron suficiente dinero, más allá de los descuentos que les pudieran haber hecho, o créditos que les otorgaron para que compraran, como para hacerlo. Y ese dinero tiene que haber salido de algún lado.
Si uno acepta la causalidad como una ley de la naturaleza, siempre habrá causas para los efectos. Pero los efectos son lo que son o, mejor, son sufridos por lo que son. Y casi nunca coinciden con los que fijan los medios de difusión masiva por estos últimos tiempos.
Claro que en la elección de una serie de efectos, aún cuando no se miren sus causas, se hace un recorte de la realidad. Y ese recorte, otra vez, es político, y dificulta la comprensión y la búsqueda de la verdad.
La búsqueda de la verdad es, en realidad y mal que nos pese, una dura tarea, bastante complicada por estos tiempos que corren.

Para tener en cuenta: Marsias, trovador que osó enfrentar a Apolo, la Verdad oficial del Olimpo, terminó cuereado. 

lunes, 8 de octubre de 2012

Cruceros en Europa

Lo que algunos pierden otros ganan

Como en una contabilidad simplísima, en un debe y haber de la sociedad, hoy por hoy y más que nunca, el dinero, las riquezas, fluyen de una clase a la otra con la máxima rapidez y sin ninguna clase de pudor.

En Europa hay una industria y sus derivadas que en medio de una terrible crisis consigue crecer. Por lo que sé, un seis por ciento este último año. Y, como no podía ser de otro modo en un mundo en el que sigue reinando el liberalismo económico, se trata de una industria del lujo. La industria de los cruceros.
Desde los astilleros que lo fabrican hasta las agencias de turismo que venden los pasajes, los que están asociados a esta industria ganan cada vez más dinero. ¡Y hasta contratan más personal!

Pero qué se pierde y qué se gana

Lo que resulta tan atractivo y paradigmático, es que los cruceros tienen un algo teatral, un algo cinematográfico. Las dimensiones son las de un pueblo chico pero como el tiempo en el que la gente cohabita es escaso, las relaciones son más parecidas a las de una gran ciudad o, al menos, a las de un barrio extenso de una ciudad importante.
Ahí uno se encuentra con una serie de personajes de clase media, o media alta, rodeados de gente de clase baja y aventureros de todas partes del mundo que los atienden.  Si esto no incita a un artista nada lo va a incitar. Y si no pregúntenle a la inefable Agatha Christie.
En un crucero la cama la puede hacer un malayo, el café puede servirlo un brasileño, a los chicos los pueden animar una pareja de argentinos, en la peluquería te puede peinar un nativo de las Fiji, y así continúa la expresión de la mundialización en una curiosa versión conceptual en la que las nacionalidades pierden toda referencia política y, como en un delirio utópico, sólo quedan para el intercambio las costumbres de las personas y de sus pueblos de origen.

Tres kilos por semana y andar de aquí para allá sin objetivos

Qué se hace en un crucero. Y por qué se lo hace.
Según se dice, en un crucero se ganan tres kilos por semana. Me imagino que las cifras de engorde pueden cambiar pero lo que todas las personas con las que me crucé están de acuerdo es con que,  a pesar de la gimnasia y la música histérica omnipresente que la acompaña, en un crucero se gana peso en gran escala.
Parece ser que cuando una persona dice que quiere un tiempo para no hacer nada, de no pensar en nada y de dedicarse a descansar, habla sobre todo de estar en movimiento continuo y de comer como una bestia. Ya que ir al casino no le resulta atractivo a todas las personas y la vida al aire libre, casi siempre apilados en una piscina diminuta en relación a la cantidad de gente o siendo uno más de una interminable fila o matriz bidimensional de reposeras, no es para todos los temperamentos, es mejor comer los manjares más disparatados que a veces ni siquiera son tan ricos o de gran calidad, pero son muy pero muy abundantes, conditio sine qua non.
La gente que puede permitírselo huye, entonces, de su cotidianeidad agitada y temerosa de un mundo en crisis, para caer en un espacio cerrado en el que una cantidad de gente muy parecida a la que teme pero terriblemente extraña, se hace cargo de sus necesidades. Y, atención, no siempre con simpatía. No hay que olvidarse que los servidores muchas veces están sometidos a contratos que los obligan a estar demasiados meses fuera de sus casas. Eso tal vez cree una cierta  angustia, tal vez una cierta claustrofobia. Y como a menudo pasa en esos casos, la gente tiende a ponerse poco tolerante y agresiva.
Por el lado de los turistas todo se resuelve de modo más sencillo. Si se tienen las ganas y la edad, se puede hacer gimnasia a lo loco en medio de un estruendo ensordecedor. Pero para todos sin ninguna clase de discriminación, lo normal es apuntar a la comida como único objetivo y como única pauta, tanto de tiempos como de objetivos. El privilegio de comer de más lo que a otros les falta, no es retórico aquí.

Abajo el mar y arriba el cielo

Como en muchos de los placeres que disfrutan los que pueden, en los cruceros hay tanto disparates como maravillas. Por más que la mayor parte de la gente se la pase atiborrándose de comida todo el tiempo que puede aguantar despierta, y que le escape al silencio como de un peligro escondido, el mar y el cielo todavía existen. Y todo lo que hay entre los dos. El viento, la lluvia y las tormentas, los peces voladores que saltan del agua y planean entre las olas, los amaneceres y los atardeceres, el silencio de las madrugadas muy arriba en el barco, los olores de los puertos. Las historias que cuentan la personas, tanto los viajeros como los empleados, y las bebidas compartidas en cubierta. Los adolescentes que van por todos lados y que recordarán toda la vida, tal vez de modo no muy fidedigno, ese viaje en compañía de los padres o de los abuelos, los niños eternamente animados para que no molesten, los que se enamoran porque son jóvenes y los que son muy viejos y se despiden de la belleza que tal vez no vuelvan a ver.

Lástima que todo eso, por más que se haya ampliado en estos últimos años el espectro social que lo comparte,  sea todavía para una minoría que disfruta de una contabilidad con un debe y un haber injusto.

viernes, 5 de octubre de 2012

El rugido del ratón


El rugido del ratón (1959) fue una película en la que extraordinario cómico Peter Sellers hacía varios papeles desopilantes, desde un primer ministro hasta una reina estilo reina Victoria. La idea del primer ministro de un país insignificante y en bancarrota, era invadir a Estados Unidos. Desembarcar en Nueva York  y rendirse enseguida. De ese modo, pensaba, podrían recibir ayuda del tipo del Plan Marshall y resolver los problemas económicos.
La película era muy graciosa y desde todo punto de vista recomendable aún hoy. Sin embargo, cuando en la realidad una fuerza de poder despreciable ataca a un país poderoso, hay que desconfiar.
¿Quién podría ser tan ingenuo de pensar que los sirios que bombardearon a Turquía, pensaban tener éxito? Y en cambio Turquía, un país poderoso con poderosas fuerzas armadas, responde militarmente y, para colmo, es parte de la Otan. Y cualquier país de la Otan puede pedir colaboración a los demás en caso de ser atacado.
Quién está, entonces, detrás del ataque sirio. Quién puede estar interesado, en un país en franca guerra civil, en el que Occidente pide que el presidente renuncie, en ponerse mediante acciones de hecho en contra de Turquía y toda la Otan.
Creo que esta historia va a terminar muy diferente de la película. Va a terminar francamente muy mal. Y espero que los Kurdos que se distribuyen entre Irak, Turquía y Siria, no terminen pagando con sus vidas, como siempre les sucede, los reacomodamientos del los imperios que los circundan.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Los migrantes

En un país como la Argentina, donde cuarenta millones de habitantes se amontonan en las grandes ciudades y en las zonas climáticamente más convenientes dejando una buena parte del país casi deshabitada, dificultar el ingreso de migrantes, más allá de cómo terminen distribuyéndose por el país, lo que depende de las políticas sociales, no sería sólo poco humano sino una tontería.

Qué aporta la inmigración

Aporta mano de obra, creatividad, costumbres novedosas, inteligencia y todo lo que puede llegar a necesitar un país para ser independiente y soberano. No hay que olvidarse que Argentina, por sus riquezas y su posición estratégica en el mundo, en particular por su proximidad con la Antártida, es un buen bocado para cualquier imperialismo. El tamaño y extensión de su población, con el desarrollo consiguiente, puede ser un elemento tanto facilitador, si es limitada; como desalentador de ambiciones imperiales, si es muy importante.

De dónde venimos

Inmigrantes italianos
La mayor parte de los argentinos somos hijos, nietos o bisnietos de inmigrantes. Pero no sólo de intelectuales europeos, notables comerciantes o trabajadores incansables. Somos descendientes, la mayor parte, de campesinos analfabetos, o poco más o menos, de las zonas más pobres y devastadas de un mundo miserable o en guerra.
Unificar a esos inmigrantes tanto por la positiva como por la negativa, sería un disparate. Lo más lógico es pensar que entre ellos había toda clase de gente. Buenos y malos, honestos y deshonestos, decididos y pusilánimes, laboriosos y vagos. Una sola cosa los unió después de una o dos generaciones, sus hijos y nietos fueron más bellos, más altos, más educados. Argentina con su excelente alimentación rica en proteínas, su sistemas gratuitos de salud y de educación, pudo lograr ese milagro en pocos años. La extensión y la calidad de su clase media da prueba de ello.

A dónde vamos

La posibilidad de mejorar socialmente con rapidez a los hijos de los inmigrantes sigue existiendo todavía hoy. Cuanto más y mejor se los eduque, en el caso en que necesiten ser educados, cuanto mejores oportunidades de trabajo se les ofrezca, cuanto más se proteja su salud, más rápido se los convertirá en argentinos calificados, capaces de recrear, superar y de defender a nuestro país.
Inmigrantes bolivianos
Rechazar a un migrante es, además de una barbaridad desde el punto de vista humano como dije más arriba, una tontería económica. Los inmigrantes traen consigo una cantidad de conocimientos formales e informales, que les costó tanto a las personas como a sus países de origen mucho dinero, y las vienen a volcar gratis en nuestro país. Amén de su fuerza de trabajo y de su capacidad de consumo.

La llegada de migrantes a nuestro país significa, en realidad, el aumento de la riqueza y una mayor garantía de soberanía e independencia. Negarlo sería perder una de las oportunidades más interesantes que la crisis mundial nos ofrece.

Y, previendo alguna clase de comentario que sé que voy a escuchar, aclaro que decir que los inmigrantes ocupan lugares que, por falta de espacio ya sea en la salud como en la vivienda o en la escuela, deben ser ocupados por argentinos nativos, es tan lógico como decir que hay que matar gente para que se pueda repartir más. Todo ser humano del siglo XXI puede producir muchísimo más de lo que necesita para su supervivencia. Sobre todo en Argentina. Y si no lo pudiera hacer sería por culpa de muy desastrosas decisiones políticas.

La miradas serias de nuestros abuelos, la mismas miradas en los inmigrantes actuales, las sonrisas forzadas de los adolescentes que se juntan entre ellos y tratan de sentirse fuertes frente a un lugar desconocido y a un futuro incierto. Quién puede, sin ser una mala persona, no sentir que hay que decirles, no se preocupen, todo va a salir bien
Y abrirles las puertas.

martes, 2 de octubre de 2012

Invadir las embajadas

Estos últimos tiempos hemos visto cómo bandas, armadas o no, invadían las embajadas de Estados Unidos en varios países. En ciertos lugares, inclusive, atacaron embajadas de países europeos, los que algunos consideran que apañan a los que ofenden a la religión islámica.

Julian Assange
El caso del ataque a la embajada norteamericana en Bengazi, con la muerte del embajador y algunas otras personas, es el más llamativo. Sobre todo teniendo en cuenta que la revuelta que termina con Khadafi empezó allí y fue apoyada tanto por algunos países europeos como, con no demasiado disimulo, por los norteamericanos.

Pero quiero dejar de lado por un momento a las razones políticas y sociales que produjeron estas invasiones. Me voy a instalar en la extraterritorialidad, inviolabilidad, que se les asignaba a las embajadas.
Todos creímos que la civilización pasaba también por algunos acuerdos fundamentales. Como por ejemplo, la Convención de Ginebra y la Declaración de los Derechos Humanos. Que si bien no conseguían eliminar las guerras, trataban de limitar el sufrimiento.

Durante algunos años se tuvo la esperanza de que esas normas fueran aceptadas cada vez por más naciones. Beata ingenuità, como dicen los italianos de una manera tan elegante. Las normas poco y nada se cumplieron. Sin embargo, las embajadas con sus particulares derechos fueron, casi siempre, respetadas. En ellas no hay pobres y anónimos soldados, hay, con frecuencia, gente de muy alto nivel social. De esa que siempre parece estar viviendo en Casablanca, cualquiera sea su nacionalidad. Y ya se sabe que entre bomberos no hay que pisarse la manguera. Pero parece que ya eso no va a suceder más. Y es lógico, todos aceptan que no puede haber más Baron Rojo haciendo la venia al enemigo, que cae en paracaídas, desde un biplano con cruces de Malta en las alas. La dignidad es un lujo que no trascendió a la posmodernidad.

El Baron Rojo
Hasta algunos políticos ingleses dudan de la legalidad de la inviolabilidad de las embajadas. Claro, ahora ellos tienen a Julian Assange en la embajada de Ecuador y nadie sabe si, en realidad, no van terminar por sacarlo a la fuerza.

Los países más poderosos deberían tener en cuenta que su poder, si bien les permite sentirse inimputables al romper las mismas reglas que ellos crean, también los somete a la posibilidad de que otros se sientan avalados por las transgresiones de los poderosos y busquen la oportunidad para, ellos también, no cumplir esas reglas. O tal vez a Estados Unidos no le importe demasiado la muerte de un embajador y de otros ciudadanos. Todo en función de la meneada y repugnante razón de estado. Sobre todo cuando está sucia de petróleo.