El Blog de Emilio Matei

jueves, 1 de noviembre de 2012

Cruzadas de la boludez IV

Los linchadores virtuales

Hay muchos que decidieron colaborar con las autoridades. O tal vez hacer lo que las autoridades no hacen.
Como ejemplo de esta actitud voy a tomar la caza al pedófilo porque en estos tiempos se ha puesto de moda. Si es que de moda se puede hablar ante una actividad tan dudosa como esta.

Linchamiento virtual
El vigilante, el investigador virtual, el futuro héroe popular sale en búsqueda del pedófilo, horrible personaje que deambula por la web a la caza de niñas y niños desprotegidos, que se vuelve entonces y aunque no lo sepa: el cazado.

Nadie podría en su sano juicio apoyar a los pedófilos ni los terribles daños que pueden producir en la psique o en el mismo cuerpo de los niños. Ni siquiera se trata de argumentar sobre su condición. Sólo se trata de los derechos humanos de las personas comenzando por el principio de inocencia.

Está claro que para salir en cruzado de la boludez a defender la justicia, por el camino que fuera,  lo ideal es buscar algo simple, fácil de aceptar por todos y que no dé lugar a suspicacias o incomprensiones. Y sobre todo se trata de no correr ningún riesgo como sucedería si uno tuviera la feliz idea de atacar vía web a una pandilla policial involucrada, por ejemplo, en la droga o la prostitución.

Pero aún así no todos están en condiciones de hackear cuentas o hacerse pasar por una doncella o un doncel pre-puber para tender una trampa al pedófilo. Así que el valiente cruzado se ve rápidamente rodeado de una nube de bienpensantes que lo acompañarán, cual turba enardecida clásica, en la construcción de la pira en la que se quemará al réprobo. Sin antes, por supuesto, haber probado nada.

Que las autoridades no son confiables, es una verdad de Perogrullo. Pero las buenas intenciones tampoco hacen confiable a nadie. Y eso si consideramos que dedicarse a la caza al hombre sin mayores pruebas se puede considerar una actividad bienintencionada, cosa qué, en realidad, dudo sobremanera.

Para los que de todos modos tienen dudas sobre el comportamiento de un chateador o de una página web, y aún más si duda del comportamiento que podrían tener las autoridades al respecto, es recomendable dirigirse a alguna fundación dedicada al tema que seguramente dispondrá de la capacidad de investigación y de acción jurídica correspondiente para proteger a los niños minimizando el riesgo de ajusticiar a un inocente. 

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