El Blog de Emilio Matei

lunes, 31 de diciembre de 2012

Hombres y perros desesperados

No hay nada más antagónico al respeto por la naturaleza que los  hombres y los perros cuando están desesperados. Los dos animales son eficientísimos cazadores y casi ningún mamífero se les resiste.

Hombre tocando
el sitar
Para convencer a un hombre que no cace, hay que darle alguna forma de alimentarse que pueda preferir. Y crear una conciencia filosófica de protección del entorno. Por supuesto y como es bien sabido, primero hay que llenar las panzas y después hablar de filosofía. Todos los que intentaron el camino contrario terminaron muertos o desnutridos o hindúes, los que lograron para combatir el hambre, mediante la introspección y acompañados por el sitar, estar muertos, desnutridos y vivos al mismo tiempo.

Y si la filosofía no alcanza para convertir a los hombres en protectores del medio ambiente, hay otra política que he visto funcionar bastante bien. Y es la de encarecer las balas. Es curioso, estos días se vio a un comediante norteamericano hacer un stand up, versión norteamericana de lo que se solía llamar contador de chistes o comicastro de feria y que ahora se puso tan de moda por esto lares, refiriéndose con humor a la masacre de niños en una escuela, diciendo que lo que había que hacer no era prohibir las armas sino encarecer a las balas. Él proponía que cada bala costara cinco mil dólares y la idea era que para matar a alguien haría falta juntar dinero durante bastante tiempo o conseguir un crédito.
Esta idea yo la vi en acción en el Delta del Paraná durante el período del uno a uno, un peso un dólar. Cuando los cartuchos de escopeta superaron el dólar de precio y cuando la miseria arreciaba, se dejó de matar pájaros a diestra y siniestra para hacer tiro al blanco, y la fauna voladora reaccionó en dos o tres años de una manera maravillosa. Maravillosa, claro, para los que nos encantan los pájaros. Hay muchos que se quejan de que hoy en día es imposible dormir de mañana por el escándalo ornitológico.

Y respecto a los perros, esos animalitos inteligentes, compañeros y gregarios, necesitan que se complete su imagen con unos atributos más. O, al menos, mostrar como muchos de sus comportamientos son deletéreos para el medio ambiente.

Es cierto que un perro abandonado come todo lo que puede y si consigue formarse en jauría, como pudo haber dicho cualquier socialista, conseguirá mucho más éxito en cubrir sus necesidades. ¿Pero qué pasa con los perritos que tienen dueño?
Aquí me tengo que poner antipático. Todos saben que para el dueño de un perro nada hay más perfecto e intocable que su perrito, sobre todo si sustituye a un hijo no tenido o no tenible. Lástima que su perrito forme una jauría con los de su vecino apenas le dan oportunidad, que mata por placer, sí, el perro de ciudad o transculturado y sobrealimentado que anda por aquí mata por placer, y que casi ningún animal sobrevive a las alegres diversiones de los cuzcos en patota, salvo, tal vez, las ratas, que consiguen reproducirse a velocidades mayores que la que tiene el exterminio a las que las someten los perros.
Y anticipándome a los comentarios de propietarios de perritos del medio urbano, les comento que un perro de departamento le tiene miedo a un gato, a una rata, y si te descuidás, hasta a una cucaracha. Pero apenas lo dejas juntarse con perros de campo o de monte, si no se lo comen, o más bien si no lo muerden y lo corren, teniendo en cuenta que no hay como la sodomía para hacer amigos, y sabiendo que las perras tienen entrada libre en los bailes salvo que haya muchas perras ya, lo convierten en una máquina de matar que puede liquidar a cualquier gato o rata que se le cruce por delante. Claro que la psicopatología del perro urbano dice que hay algunos cuya cobardía e incompetencia para sobrevivir es tan acentuada que los hace irredimibles.

Si alguna vez alguien tuvo oportunidad de ver cazar a un grupo de perros en un pajonal, verá que usan la misma técnica que usan los lobos para cazar lemmings bajo la nieve y los osos polares para romper la capa de hielo y cazar a una foca bebé.
Ver a los perros más experimentados dar el ejemplo a los perritos de salón, debo reconocer que es fascinante. Pero muy malo para el ecosistema supuestamente natural.

Aguará Guazú o zorro de
los pantanos
Acá, en una zona de las islas del delta del Paraná donde estoy escribiendo este artículo, llegué a ver cuises, en primavera solía ver a la mamá cuis con los cuisitos detrás, y hasta una nutria. Ya es imposible. Siempre soñé, como los que esperan que aparezca el extinguido lobo marsupial en Oceanía, que alguna vez volvería a ver una nutria o un carpincho salvaje pasar por mi jardín. Ni pretendo un lobito de río, un ciervo de los pantanos o un aguará guazú, solitario lobo o zorro de los pantanos que por su mismo gusto de la soledad come sólo lo que necesita. Los simpáticos perritos dejados en libertad por la gente para que puedan respirar un poco, se hicieron cargo de esto.


Así que, si dejas andar solo a tu perro por el monte, no me hables de equilibrio de la naturaleza, amor a los animales, ecologismos o nada por el estilo. No agregues la hipocresía a tu conducta de predador o, como mínimo, de quien contribuye a depredar sin mayor compromiso personal pero con una responsabilidad cierta.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Espiritualidad oriental en acción

En la ex central nuclear de Fukushima hay más de doscientas cincuenta toneladas de combustible nuclear en una cuba de nueve metros de altura y algunos metros cuadrados de sección. En realidad no se sabe cómo disponer de ese material que tiene una radioactividad infernal. Si un nuevo tsunami o un terremoto llega a destruir la cuba la explosión podría producir una contaminación superior en seis veces a la que produjera Chernobil.

Teniendo en cuenta el tamaño del Japón, un desastre nuclear de tal envergadura podría enviar a Japón al subdesarrollo más profundo en pocos días. Para los que sobrevivieran, claro. Y dejar como mínimo a chinos, coreanos, rusos, canadienses y norteamericanos, bastante enojados e irradiados por una nube radioactiva gigante.
Por lo que puede averiguar, esta información está disponible para los japoneses. Si bien no se hace hincapié en ella, no son datos ocultados o clandestinos.
En Japón hay más de cincuenta centrales nucleares. Japón está en este momento en una gran crisis, con una balanza comercial que se deteriora día a día y en recesión, empanado entre China y Estados Unidos. Y carece de fuentes de energía fósil.
Conclusión:
Acaba de ganar las elecciones el partido de derecha claramente pronuclear.

La próxima vez que alguien me hable de la espiritualidad oriental, del equilibrio en las artes marciales japonesas y la disciplina social y el estoicismo de los japoneses, me voy a reír en su cara. Prefiero nuestro desorden latinoamericano a su disciplina de kamikaze.

martes, 25 de diciembre de 2012

No toquen a la línea A

A quién se le ocurre retirar vagones que fueron lujosos y que tienen cien años, para reemplazarlos por algún tipo de vagón moderno.


A pesar de los arreglos y parches no siempre de buen gusto y a veces poco funcionales, a los reemplazos de superficies de roble por terciados de cedro y otras lindezas por el estilo, cuando me toca viajar por la línea A siempre espero uno de esos viejos vagones, aireados y ruidosos, antes de uno de los nuevos que van mechados por ahí y que son sucios, ruidosos y, además, muy feos.
Ya durante el menemismo se pretendió desactivarlos. Se los quería vender a dos mil dólares cada uno como chatarra o para construir quioscos de venta de salchichas o algo así. No sé si se llegó a vender alguno, puede ser que no. Ya que el negocio mayor siempre es la compra de nuevos vagones con el retorno correspondiente.
Qué es mejor para Buenos Aires, tener vagones nuevos en la línea A o mantener funcionales y cuidados a vagones históricos con todo lo que de elegante y particular que tienen.

Estoy seguro de que a la mayor parte de la gente que lo usa y a la clase alta le va a parecer mejor restaurarlos. Sólo tecnócratas de medio pelo, esos para los que el único símbolo que tiene sentido es el del dólar, querrán destruir un pasado histórico con el que no se sienten ligados, como no se sienten ligados casi con ningún afecto. Por algo son los principales consumidores de las casas de masajes del centro de la ciudad.

No te mueras nunca

viernes, 21 de diciembre de 2012

Los zombis

Ya no tengo edad para perdonar. Ni tampoco aspiro a un cargo político que me exija tener cintura política, una forma elegante de llamar a la flexibilización de las convicciones en función de las necesidades electorales u otras por el estilo.
Y no se trata aquí siquiera de considerar a los amigos de los golpes de estado. Ellos siempre fueron lo que son y lo que serán si se les da la mínima oportunidad. Se trata de los bienpensantes que siempre apoyan al que no deben, arrastrados por la mala información a la que nunca discuten con el único objetivo de sentirse parte de los ganadores o de la gente bien. Si Clarín tiene la culpa, ustedes que están entre treinta y setenta, ya deberían haber aprendido a leer. Si no lo hicieron, son culpables también.
No los voy a perdonar.
Si todavía no aprendieron a leer el discurso de los que los dominan y los usan y ya pasaron los treinta años, no hay perdón. Ya tuvieron fe en Menem, al menos había que jugarle una carta, por qué tanta desconfianza; el estado les resultaba demasiado poderoso, todos una manga de chorros y una limitación para sus negocitos. Y digo negocitos porque estoy hablando de burgueses pequeños en capital pero gigantes en pretensiones. Yo lo voté, dice alguno, yo no lo voté, dicen otros. Da lo mismo. Después a la Carrió, que vuelve en cualquier momento porque es la que dice la verdad sin pelos en la lengua.
El campo es el que salva a país, los vagos son los únicos privilegiados, los industriales exitosos son los únicos que saben administrar y yo pago los impuestos; para qué mierda queremos a las Malvinas, Aerolíneas es un desastre y si estafamos a Repsol con YPF después a no quejarse si nos destratan en el mundo.
No, no los voy a perdonar.
La verdad es que me exigen un gran esfuerzo para no pedir voto calificado. Ellos, los zombies, no tienen suficiente nivel como para que su voto tenga el mismo valor que el de un ciudadano de a pie.

Que la furia homicida, propia o inducida por otros, no les atragante el pan dulce




lunes, 17 de diciembre de 2012

El fin del mundo, preppers y survivalistes

Preppers en inglés o survivalistes en francés, todavía no sé cómo se llaman en castellano. Pero como está de moda, seguro que alguien le va a poner un nombre inspirado.

La muerte del dólar y la muerte del euro, ¿el fin del mundo?

Pongámonos de acuerdo, ¿el mundo se acaba literalmente o sólo se rompe el pacto social?
Parece ser que como siempre, no nos ponemos de acuerdo. O se acaba el mundo y lo único que nos queda, como dice el proverbio, es esperar el último momento dedicados al sexo, la única tarea que justifica lo que nos queda de vida, o se trata de una metáfora de la ruptura del pacto social con la muerte del euro y/o del dólar y el consiguiente descalabro de todo el sistema.

Fin del mundo
Antes de comenzar la partuza
En el primer caso, siempre que las predicciones mayas sean más confiables que las que las antecedieron, no hay problema. Basta tener a mano a alguien, o mucho mejor a algunos, dispuestos a compartir nuestra húmeda teoría placentera y escaparles a los místicos que, en trance de muerte, prefieren la oración y la abstinencia y se pierden lo mejor. La cosa es, como siempre, cuando acude la metáfora. Eso es si el fin del mundo corresponde a la devaluación completa de las monedas más importantes. Ahí sí te quiero ver.
Juntar comida no perecedera aunque se nos caigan los dientes, aprender primeros auxilios para arreglar huesos rotos mientras avanza el cáncer, aprender a cazar con cerbatana a pesar del enfisema, aprender de una vez por todas cómo se hace para cambiar un enchufe aunque no haya electricidad, guardar linternas de esas que no necesitan pilas aunque la conjuntivitis terminal nos deje ciegos, armarse hasta los dientes, hacer túneles antinucleares, raptar a un amigo médico clínico y a un tio manitas, como llaman los españoles a los habilidosos con las cuestiones técnicas.

Mujer norteamericana
previsora
Hay una larga y discutida lista de lo que hace falta atesorar mientras se espera el cataclismo social. Pero no todo es paranoia clásica. Hasta hay gente muy cómoda que está segura del fin del mundo pero que no se hace demasiado problema. Escuché a una señora norteamericana, redondita y cuarentona, que decía que había que tener nafta en el coche y lo demás debía alcanzar para unos cuatro días, lo suficiente como para irse hasta un lugar mejor. Al fin de cuentas, siempre había un lugar mejor. Lo que tenía que tener en la cajita de los imprescindibles eran curitas, alcohol, preservativos, algo para comer preferiblemente rico y cosméticos. Porque que se acabe el mundo es una cosa y estar hecha una bruja, otra muy diferente. Como se puede ver, el sentido común, el pragmatismo, sigue siendo característica de la mujer norteamericana.

Nota: Hay gente que no entra en la categoría ni de los orgiásticos ni de los previsores, son los que esperan que vengan los platos voladores de otra galaxia a salvarlos. Qué vivos ¡Así cualquiera!


sábado, 15 de diciembre de 2012

Primaria Sandy Hook de Newtown, Connecticut

Las armas no son las culpables

Otra vez una masacre y otra vez todos se vuelcan contra las armas. Pero más allá que la asociación del rifle esté formada por fascistas, racistas y otra gente bastante despreciable, y de la famosa segunda enmienda que convierte la tenencia de armas en un derecho humano, está claro que hay muchos problemas cuya resolución debe ser más prioritaria que la simple tenencia de un arma para evitar esos asesinatos en masa que parecen ser cada vez más comunes
La información está a la vista de todos. Los canadienses tienen más armas por persona que los norteamericanos y sin embargo tienen un número de asesinatos por habitante mucho menor. Por vía de la caza y la autodefensa, en casi todos los países del mundo los campesinos tienen armas. Pero no es entre ellos que se produce el mayor número de crímenes por armas de fuego. Las borracheras malas se resuelven, en el campo de nuestro país, más a cuchillo que a bala. Y no va a ser cuestión de pedirle a los gauchos que usen cuchillos de plástico, como en los aviones.

Echarle la culpa a las armas es desviar la atención de los verdaderos motivos


Desde sus orígenes como nación independiente los norteamericanos tienen un cierto número de guerras por generación. El precio de ser un imperio. Y luego deben lidiar con la locura de los soldados que consiguen volver. Ahora se lo llama estrés postraumático. Estos soldados dan pena pero en el fondo uno siente que molestan y que son considerados, aunque lo digan en voz baja, gente cobarde que no tuvo la integridad y la fuerza interior como para soportar el horror como un verdadero hombre que protege a su familia y al american way of life y que lo mejor es barrerlos por debajo de la alfombra de la sociedad.

Estamos hablando de una sociedad mayoritariamente racista, machista, organizada más para hablar con Dios e ir a la guerra que para hurgar en la realidad, más para repetir hasta el cansancio lugares comunes como era un trabajo sucio pero alguien tenía que hacerlo que para tratar de descubrir la verdad de las cosas y actuar en consecuencia.

Tanto molestan aquí con el tema de la crisis de valores para gente que actúa más por interés privado o de clase que por un supuesto sistema de valores universales. La verdadera crisis de valores se expresa también por hechos tan objetivos como esos asesinatos a mansalva. En esos pobres tipos que viven en una cárcel dorada que hoy en día permite por ley antiterrorista el asesinato de sus ciudadanos sin juicio previo, esos tipos que deben ir a guerras que no entienden o ser considerados cobardes, que tienen que morirse en la calle si no pueden pagar la salud o tienen que ver morir en la calle a los que no pueden pagar salud, por eso de por quién doblan las campanas, que siempre doblan por todos y que suele saberse aún de modo inconsciente, lo que tiene que producir una terrible sensación de inseguridad, una paranoia que no me parece difícil que se vuelva asesina.

Supongo que para unos cuantos norteamericanos la justificación de todo esto es que es el precio de ser los dueños del mundo. Y seguramente tienen razón. Lo que deviene en tres preguntas inevitables. ¿Tiene sentido ser el dueño del mundo? Si uno responde a la primera pregunta habría que responder a las dos siguientes: ¿Vale la pena pagar tan caro? ¿No hay otra manera?

Mientras tanto no hay como echarle la culpa a las armas, es mucho más fácil discutir con el lobby que las fabrica y llegar a un acuerdo que las limite que bucear en las peligrosas interioridades del sistema.

jueves, 13 de diciembre de 2012

La ideología como religión

La sola aceptación de que una ideología es tomada como religión, niega su naturaleza de ideología. Dado que por serlo debería ser un aparato de ideas sometidas a la crítica y a la modificación constante. Sea por la mejora del análisis o por los cambios en la realidad que describe, la ideología, al fin de cuentas, es una expresión de una teoría. Y como toda teoría es perfectible y reemplazable por una mejor.

Para aclarar un poco más las ideas, me refiero a la religión como a una serie de dogmas que deben ser aceptados sin ningún grado de racionalidad, sólo como un acto de fe. Y ese mismo acto de fe es el que permite la aceptación de cualquier disparate(*). Y acá no entiendo a la palabra disparate como un simple insulto sino como a una interpretación de la realidad que es imposible de demostrar y que no va más allá de la aceptación acrítica y de un modo absoluto de lo que es difícil llamar una tesis ya que suele estar constituida por una serie de afirmaciones arbitrarias desde el punto de vista lógico. Una interpretación que la evidencia real niega de manera evidente.

La mirada con la búsqueda de objetividad que se produce sobre la realidad cuando una ideología es tal, permite el cambio, el reconocimiento del error, la sustitución de una idea por otra más apta para describir al mundo.
La adhesión a la Unión Soviética de los miembros de Partido Comunista argentino era claramente no ideológica, más allá de cuáles hayan sido sus orígenes. Para afirmar eso me baso en lo que sucedió con la caída de la URSS. Algo así como la desaparición de facto de una religión. Muchos, por no decir la mayoría de los miembros del PC, se dispersaron en diversas corrientes esotéricas, antagónicas con cualquier visión dialéctica o, como mínimo, positivista del mundo, o, como suele suceder con muchos de los cubanos (**) que se escapan de la isla, se dedicaron a tareas que requieren para hacerse, el desprecio de cualquier idea que no sea la de moverse sólo en beneficio propio. Y valgan como ejemplos desde el ejercicio de la prostitución hasta la escritura de discursos para los políticos más acérrimos de la derecha. Esto último no por un acuerdo ideológico, lo que negaría mi argumentación ya que un cambio de ideología no deja de ser ideológico, sino porque los ricos de derecha suelen ser los que pagan mejor.

La creencia irracional y el pragmatismo son hermanos.
Yo no soy ingenuo, me decía hace muchos años un miembro importante del Partido Comunista argentino, jamás permitiría elecciones libres porque las perderíamos. Ese supuesto pragmatismo no es más que un comportamiento de hincha de fútbol. Tener un mandato divino es la misma cosa, puede ser que en ciertas circunstancias te dé mucha fuerza, pero cuando el dios desaparece no queda nada. 

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(*) En la Argentina ese tipo de concepción disparatada de lo real permitió que muchos muchachos murieran porque yo le creo al compañero Firme, por Firmerich, jefe de la organización Montoneros, o apoyaran a López Rega desde el Partido Comunista Revolucionario, PCR, pro chino, sólo porque los chinos hacían negocios con Argentina y no convenía perturbarlos, o que las organizaciones judías callaran las barbaridades acentuadas por el antisemitismo que se hacían en los campos de concentración del Proceso por que Argentina compraba armas a Israel, y algo parecido con los miembros de clase media del PC, por iguales motivos que los judíos, por los negocios que se hacían con la Unión Soviética.
  
(**) La limitación de las posibilidades de la sociedad cubana para la expresión de la disidencia y de la crítica, oculta tras un pragmatismo limitante y justificado por la necesidad de autodefensa del sistema, permitió un deslizamiento hacia lo religioso y la perdida de la búsqueda de una mirada objetiva sobre la realidad. La prueba de eso es la corrupción de muchos de los cubanos en el exilio entre los que se encuentran desde tarotistas convencidos hasta prostitutas y taxi boys. Curiosa mezcla si se tiene en cuenta que es gente que fue educada por un sistema escolar de excelencia, lo que se nota de inmediato.

martes, 11 de diciembre de 2012

El derecho a morir cuando uno ya está muerto

El aprovechamiento de los servicios sociales de un país progresista

Es necesario que se legisle seriamente sobre la eutanasia o al menos sobre el derecho a morir cuando uno ya está muerto.
Reconozco que aquí la palabra eutanasia no está siendo usada de modo correcto. La eutanasia se aplica a gente viva, no a cadáveres. Y aquí de lo que se trata es de personas muertas mantenidas en una especie de embalsamamiento activo o como se deba llamar a un procedimiento por el que los cadáveres mantienen su temperatura y su aspecto y no se corrompen.

Los verdaderos
muertos vivos
La suspensión de los procedimientos supuestamente médicos no sólo deberían ser decididos por un familiar o por el mismo difunto si dejó por escrito qué se debía hacer con él en el caso de muerte cerebral. Tiene que haber alguna clase de decisión por parte de los médicos o del mismo estado. Sé qué difícil es evitar que se cometan barbaridades cuando se trata de tomar decisiones sobre las vidas ajenas pero si un estado deja que se las cometan, es porque de hecho ya las está haciendo, y una ley más o menos no le va a modificar la idiosincrasia.

Los muertos que producen ganancias

Y mientras tanto hay montones de camas que sostienen cuerpos sin cerebro, oxigenados mecánicamente que mantienen la temperatura y que son una triste maqueta de lo que fue una persona. Esos pobres cuerpos muertos vivos siguen, eso sí, produciendo dinero a las instituciones que los conservan. Los servicios sociales siguen pagando fortunas para mantener vivo a un muerto, lo que no es más que una estafa de una enorme crueldad, lo que se dice, una indignidad.

domingo, 9 de diciembre de 2012

La corporación periodística

La protección de los periodistas no tiene por qué ser considerada una cuestión meramente corporativa. Si el discurso de un periodista puede ser atacado penalmente, cualquier poder, o poderoso, podría iniciar un juicio penal y de ese modo cerrar la boca del periodista, o afectar su trabajo por la existencia de antecedentes penales que podrían limitar, por ejemplo, la posibilidad de viajar y conseguir visas a países que las exigen, por un período muy extenso, tal vez de varios años si se tienen en cuenta los tiempos de la Justicia, aún en el caso en que el juicio termine por declarar la inocencia del acusado. (*)

Rotativa de diario

Los privilegios

Reconozco que ese privilegio de decir cualquier cosa sin poder ser atacado, es un poco excesivo. Le da a la corporación de los periodistas un derecho que no comparte el resto de los miembros de la sociedad. Y eso no es justo.
Tal vez esa injusticia fuera paleada en parte si hubiera un colectivo lo más incuestionable posible no formado por periodistas de manera exclusiva o mayoritaria que se dedicara a juzgar a los dichos periodísticos. No pretendo que tengan la posibilidad de sancionar legalmente a nadie, pero sí que tengan la posibilidad de hacer públicas en medios masivos las conclusiones cuando la verdad sea falseada en forma voluntaria y perversa, entendiendo por perversa cuando los objetivos no sean ni el análisis ni la información veraz.
Sé que eso implica una especie de juicio a la intención. Y por qué no, me pregunto, ¿acaso la intención no es muchas veces evidente y su objetivo negativo?

El peso de la mentira

Periodismo televisivo
En algún país nórdico los políticos triunfantes que no cumplen con el plan de gobierno presentado durante las elecciones, pueden ser enjuiciados. No está permitido prometer lo que no se va a cumplir. Las falsas referencias en el discurso de un periodista o la edición o simple tergiversación de datos, debería sí ser considerada y al menos expuesta al escarnio público. Una cosa es la opinión y otra la mentira flagrante. Las leyes de protección al consumidor ya hacen, de por sí, una calificación del discurso mentiroso y hasta maldiciente de muchas empresas, incluyendo el caso de las prácticas desleales hacia la competencia. No veo por qué, y sin llegar al enjuiciamiento, no se puede hacer algo semejante en el caso de los periodistas.
Si una empresa dice que su producto no contiene grasas no saturadas y en realidad las contiene, nadie diría que lo hizo porque hizo uso de su libertad de expresión. No veo por que un periodista que miente a sabiendas, aunque tenga ciertas protecciones especiales por los motivos que digo al principio de esta nota, debería tener asignada una coraza a toda prueba.

(*) Este tema de por sí vale la pena de ser analizado. Si una persona acusa a otra penalmente y hay un juez que decide que tiene sentido seguir adelante con el juicio, cosa que puede suceder hasta por motivos formales, el acusado queda ya sometido a un castigo que puede ser tan importante como para determinar su futuro. Por ejemplo, en la imposibilidad de ejercer cargos públicos de todo tipo o, como digo en el ejemplo más arriba, ir a países que piden visa. Si esto no atenta contra el principio de inocencia, no sé qué lo haría.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El estado más pequeño posible

Todos los delincuentes del mundo, desde los vaciadores de empresas líderes hasta los vendedores de buzones en las cercanías de las estaciones de trenes donde llegan los ingenuos campesinos, piensan que el estado tiene que ser lo más chico posible y dejar a la gente hacer negocios tranquila. Total, después las riquezas se desparraman en la sociedad sin importar cómo fueron creadas.

Se me ocurre que sería una buena práctica pensar lo del estado chico en términos de policía.
Por qué no imaginar un estado con pocos policías federales y sin policías provinciales. Un estado en el que los más poderosos armen policías privadas que organicen la defensa de sus bienes y personas. Y para el resto, esperar que esos policías privados, al cubrir zonas muy amplias, los incluyan en su protección.

Derecho de pernada

En un caso como éste es fácil imaginar que los propietarios de las policías privadas y los mismos jefes policiales se dedicarían a exigir el derecho de pernada(*) sobre las novias por casarse, dinero adicional por la protección a la que no estarían obligados y alimentos un poco más contundentes que las tradicionales pizzas sin cargo retiradas por los patrulleros. Total, quién podría impedírselo. ¿Alguien puede dar ejemplos de una fuerza policial autoreprimiéndose?  Si hasta cuando surge algún peregrino ataque de conciencia en el cerebro obnubilado de un efectivo, siempre hay a disposición un sacerdote para poner las cosas en su lugar.

Si ese mundo del poder de los policías tan parecido al de un feudalismo desencadenado parece irracional y más humorístico que otra cosa, dejar a los que tienen mucho dinero, o a las súper empresas, hacerse cargo de la gente, me parece mucho más disparatado.

(*)  El tema del derecho a desvirgar a la novia antes del casamiento debe ser entendido aquí como puramente retórico. Es bien sabido que ya no quedan novias vírgenes ni muchos que las deseen.

martes, 4 de diciembre de 2012

Gatas peludas en el Abra Vieja

Hace más de veinte años hubo una terrible invasión de gatas peludas en el Delta del Paraná. Cuatro centímetros de puro fuego, como decía un amigo que se hacía el gracioso cuando se refería a esas orugas, poniendo tonada mexicana vaya uno a saber por qué.
Era imposible apoyar el brazo en un muelle sin sentir la quemadura. Los frentes de las casas se cubrían de tal modo que no se alcanzaba a ver el color de la pintura. Los chicos, con esa facilidad que tienen los chicos para hacer de todo una diversión, organizaron campañas de limpieza y ensuciaron los frentes con el humo aceitoso de los paños embebidos en querosén que encendían y levantaban en los extremos de las cañas para quemar los bichos.
La invasión duró muchos días. Cualquier actividad al aire libre se había hecho toda una aventura. Hasta caminar era complicado porque de los árboles podía caer alguna gata peluda sobre uno. Y si tal era el caso era inevitable tratar de sacársela de encima con la mano que terminaba con el consabido ardor.
Una noche muy calurosa, mientras cenábamos en mi casa del río Abra Vieja junto a varios amigos y sus hijos, escuchamos un zumbido persistente, una especie de vibración. Todas las ventanas, si bien estaban protegidas por alambre tejido, permanecían abiertas debido al calor. Pero esta vez las ventanas no dejaban ver afuera porque el alambre estaba totalmente cubierto de mariposas nocturnas, de esas marrón claro que se suelen llamar polillas aunque no lo sean.
Ya se sabe que el aleteo de las mariposas nocturnas desprende pelitos que suelen ser tóxicos, alergénicos o, simplemente, irritantes. Así que cerramos todas las ventanas. Alguien dijo que eran las gatas peludas convertidas en mariposas, como hacen todas las orugas con ese extraño sincronismo que a veces tiene la naturaleza.
Por aquella época en la casa había un solo ventilador que claramente no podía dar aire más que a una habitación, la que usábamos tanto para comer como para jugar a las cartas.
No recuerdo demasiados detalles pero todavía tengo clara la sensación ominosa de encierro, ya que nadie se animaba a salir al exterior en esas condiciones.
Terminamos de comer y no hubo mucho entusiasmo para jugar a nada, amén que con las ventanas cerradas el calor era insoportable.
Primero acostamos a los chicos tratando de tranquilizarlos mostrándonos menos inquietos de lo que estábamos. Y luego de mantener una charla bastante desanimada, los mayores también nos fuimos a acostar.


Desnudos y bañados en transpiración, tratamos de dormir. Era rara la sensación de mirar la ventana de vidrio, cerrada como dije antes, y no ver el exterior. Solo esa capa vibrátil y compacta de mariposas de alas cortas y cuerpos rechonchos.
Pese a todo me dormí.
Me desperté sobresaltado.
Por la ventana se veían el cielo y las estrellas. No quedaba ni una mariposa.
Abrí enseguida las ventanas y sentí un vientito maravillosamente fresco que cambió el aire viciado de la casa en unos pocos minutos.
Volví a la cama y dormí hasta la mañana.

Nunca más volví a ver tantas gatas peludas todas juntas. Aún más, durante años no volví a ver a ninguna.
Hace poco tiempo le recordé a mi vecino isleño Jorge Castro, la invasión de las gatas peludas y su desaparición cuando se convirtieron en mariposas. Por supuesto, me dijo, esa noche sopló un Noroeste muy fuerte y se las llevó a todas sobre el Río de la Plata y ahí se ahogaron. No quedó ni una, por eso desaparecieron tantos años.

Estos días las gatas peludas por fin reaparecieron. Por ahora no son muchas. A lo mejor se está formando otra invasión. Esperemos que cuando sea el momento sople el viento de donde debe. Y permita que alguien vuelva a contar, dentro de más de veinte años, lo que pasó veinte años atrás.