El Blog de Emilio Matei

sábado, 30 de marzo de 2013

Siéntate en el umbral de tu puerta y verás pasar el cadáver de tu enemigo

Una pequeña intervención quirúrgica me tuvo un tiempito en el Sanatorio Agote, ese que queda en el Barrio Norte, en la zona más bella, más cara y más reaccionaria de Buenos Aires. Imagínense mi habitación que daba, a algunos pisos del mundanal y adoquinado asfalto, sobre los jardines de la embajada británica. Qué encanto pararse frente a la ventana de mi cuarto y sentirse en primer plano de una película que debía ser grabada y almacenada vaya uno a saber por cuánto tiempo. Una gran cámara de video me miraba casi directamente. Amurada a un álamo muerto no se perdía nada de lo que sucedía en las ventanas del instituto, en particular, como dije, la mía.

Nótese la presencia del agente 007 al servicio de Su Majestad
(Con permiso para matar)
El primer intríngulis es qué hacer en tal caso. Lo primero que viene a la mente es ponerse de espaldas, agacharse e inmortalizar el propio culo, desnudito él. La segunda es averiguar si en Google dice cómo improvisar una molotov con pervinox, agua mineral, el propio pis y algunos otros indecorosos detritus orgánicos, cosa qué, en realidad, no encontré. Por último, y en un ataque de realidad, decidí dejar que le ganemos alguna próxima final de fútbol, que las cosas sigan su curso y aprovecharlas, en la eventualidad, para escribir algo.

A las cuatro y media de la tarde del día viernes me dieron el alta.
Al salir a la calle me sentí transportado a una rave, esas fiestas de música electrónica y éxtasis tan de moda. El sonido era explosivo y de un volumen tal que hacía temblar la vereda. Entonces me iluminé: los preparativos del circuito de carreras de autos en circuito urbano, circuito callejero como dicen los que saben, se había puesto en acción.


Y esto recién empieza


La Recoleta, el Barrio Norte y hasta los comienzos de Palermo, la zona más cara de Buenos Aires, convertida en un infierno de música idiótica de volumen desmesurado y tal vez treinta o más automóviles de escape libre, quinientos caballitos de fuerza bajo el capot cada uno, hoy, sábado, haciendo pruebas, y el domingo corriendo durante una hora. A ver, veamos: si son en realidad treinta coches y  los motores son por reglamento iguales, ingleses (*) y V8 de quinientos caballos cada uno, habrá un momento llamado me cago en la ecología en el que quince mil caballos de fuerza estarán atronando y ahumando la parte más cara de la ciudad. Y, curiosa justicia poética, como se suele decir ahora presionados por la cultura norteamericana, todo debido a las elecciones en las que un industrial piratezco y borderline, triunfó sólo por ser el candidato de los propietarios de la mayor parte de los departamentos de la zona afectada y de los que creen que se les parecen sólo por votar del mismo modo.
¡Que la disfruten!
Por una vez las víctimas son los niños de ellos, los perros de ellos, los ancianos de ellos. Lo siento y me avergüenzo un poco, pero no puedo dejar de sentir un poco de placer de esta mínima e intrascendente inversión de papeles.

Que linda sensación da irse a casa, desde el Barrio Norte hacia la ciudad profunda, pudiendo decir algo como: ¡Chau gente! Me voy a descansar a la villa miseria, aquí es imposible, hay demasiado ruido.

……..
(*) Las casualidades a veces dan satisfacciones. La embajada británica queda a no más de cien metros de parques, que no aportan protección acústica alguna, de los caballos de fuerza que nos vendieron ellos mismos. No creo que nadie de la diplomacia disraeliana se quede a dormir ahí. Aunque no habría que anticiparse, nunca se sabe, tal vez el ruido les produzca un británico orgasmo cuando piensen cuánto cobraron por cada decibel.

lunes, 25 de marzo de 2013

La belleza alicaída y las cirugías estéticas

Mujer hermosa: El primer premio ambulante de una lotería genética.

Goldie Hawn
Si una mujer es hermosa, pero hermosa de verdad, no sólo suele tener éxitos relacionados con su aspecto. También lo tiene por otro montón de características que no tiene pero que la mayor parte de los hombres le van a asignar por más evidente sea su ausencia.
No lo parece pero es una persona muy perceptiva, tiene una sensibilidad muy particular, con ese aspecto es mucho más inteligente de lo que se podría creer. Y eso se dice de una mujer más dura que un ladrillo, más burra que Platero y que, tal vez, alguna a sus exquisiteces anímicas sean la envidia y la paranoia.
 Claro que el tiempo pasa para cada uno, inevitable y objetivo. Aunque sobre todo, evidente. Y si todos debemos acostumbrarnos a la pérdida de posibilidades que implica el devenir, la mujer hermosa no sólo pierde su belleza sino, muchas veces, la supuesta inteligencia y el supuesto talento que muchísimos hombres y hasta algunas mujeres le asignaron con tanta asiduidad como para llegar a convencerla. Y es en ese momento que aparecen las cirugías estéticas que con frecuencia la hacen llegar al horror, cuando no al ridículo, de aspectos payasezcos o monstuosos. Y si el egocentrismo no la defiende lo suficiente, no le miente en el espejo, es muy posible la caída en la depresión. Tan profunda como sea su capacidad, o incapacidad, para soportar los durísimos golpes que suele dar la realidad. Hay que tener en cuenta que en este mundo nadie, pero nadie, se conforma con el quién me quita lo bailado. Todos queremos seguir bailando.

Carlos Menem
Claro que los hombres más seductores, por el otro lado, también sucumben al paso del tiempo de un modo que es, en realidad, no muy diferente al de las mujeres. De hecho, hoy en día las cirugías estéticas no son privativas de un sexo en particular. Es muy difícil que un hombre soporte la falta de un testículo pudiendo, por ejemplo, ponerse uno de plástico.
Eso sí, las mujeres suelen ser un poco más objetivas respecto a ellos. Ellas no necesitan convertir a un hombre bello en uno inteligente. Lo toman por lo que es y en general se conforman: que le vas a hacer, dicen, es tan lindo.

No es difícil ver a un sesentón, con el pelo blanco, ausente, o una combinación de las dos cosas, que al ser abrazado por une espléndida chica amiga de su hija menor, o tal vez de su nieta mayor, nos dice con tono entre ingenuamente sorprendido y ridículamente sobrador: ¡no sabés cómo me apoyó las tetas!, para mí que está conmigo. Qué sé yo, capaz que tiene un Edipo mal resuelto. Dicho con el tono del que está acostumbrado a que le sucedan esas cosas. Pobre chica, que futuro puede tener con un tipo como yo, puede agregar, amén de unas risitas y guiñadas cómplices. Salvo que la jovencita siente con inexperiencia inevitable que con un viejito de esa edad puede dar rienda suelta a su afectuosidad sin correr el riesgo de ser mal interpretada.
Los resultados de esta incomunicación entre hombres maduros y muchachitas muy jóvenes, si no hay dinero de por medio, pueden ser explosivos.

Volviendo a las cirugías estéticas, hay que reconocer que a veces, aunque por un tiempo bastante breve, la mujer hermosa y el seductor pueden evitar o posponer comentarios del tipo: ¿Sos idiota o te hacés? 

Coda:
¿Existen mujeres y hombres bellos, inteligentes y talentosos? Claro, tiene que haberlos, pero de ellos no habla este artículo. Porque por sus mismas condiciones suelen tener una mirada más lógica sobre sí mismos y sobre el efecto que producen en los demás en cada etapa de sus vidas. Y si no, que se jodan esos privilegiados. Al fin de cuentas ¿por qué algunos todo y uno nada?

sábado, 23 de marzo de 2013

Antonio Misetich

Antonio Misetich fue mi último jefe antes de la dictadura de Videla. Por ese entonces yo trabajaba en la CNEA, sede central, justo enfrente de la ESMA. Él fue el que me había contratado en Exactas algunos años antes, después de mi viaje a Italia. Allí fue mi jefe hasta que el ministro Ottalagano nos echó a todos, a más del 75% del personal. Él me contrató mientras era jefe de Asuntos Estudiantiles, luego lo pasaron a Secretario Académico de la facultad. ¿O fue al revés? Ya no lo recuerdo con exactitud.

Antonio Misetich
Antonio Misetich, con un doctorado del MIT, había sido jefe de magnetismo de la Bell Telephone and Telegraph a una edad en la que sólo las personas geniales consiguen esos puestos. Según se decía, a la desaparición a los 26 años de su hermana cuatro años menor, Mirta Misetich, y de su cuñado, Juan Pablo Maestre, militantes peronistas a veces considerados los primeros desaparecidos de la Argentina, había quedado tan afectado psíquicamente que ya no había vuelto a ser el mismo ni como científico ni como persona. Divorciado, a veces con una hija a cuestas a la que trataba con enorme cariño, deambulaba por la facultad siempre con el mismo saco de corderoy verde seco y con los pantalones haciendo juego. Era un hombre bajo, de pelo siempre un poco demasiado largo y sucio, con la cara destruida por el acné y una higiene que dejaba que desear. Su actitud con las mujeres era enamoradiza e infantil y sus intervenciones públicas eran memorables. Formado en el Partido Comunista y militando como peronista, le era casi imposible concluir un discurso sin introducir algunos de los lugares comunes del Partido, lo que volvía loco a sus compañeros. Hay que tener en cuenta que por su prestigio internacional era una figura muy solicitada para sostener, junto al rector Dussel, la imagen de la facultad.

Para mí Antonio sigue siendo una de las figuras más emblemáticas de lo que significó el Proceso de Reorganización Nacional, como se autodenominaron los militares golpistas. Antonio era un hombre herido, dulce y genial. Aunque no lo conocí  en forma demasiado personal de eso estoy seguro porque me consta. Sí pude verlo actuar con un respeto absoluto por los demás y con una brillantez  luminosa cuando aparecía en él el científico. No podía ser un peligro para nadie más que para él mismo y hubiera podido hacer enormes aportes para el país. A lo mejor, también, el tiempo lo habría ayudado a salir de su tragedia familiar. Pero no pudo ser, alguien decidió que había que asesinarlo.

Antonio Misetich desapareció a pocos días del golpe. Hoy me gustaría compartir la tristeza que me produce su recuerdo.

martes, 19 de marzo de 2013

Rafael Correa y el buen vivir

¿Cuál es el objetivo final de la economía?

Rafael Correa
La economía no es un fin en si misma, es sólo un medio. Parece de una extrema sencillez, de una ingenuidad irredimible, decir que la economía tiene como objetivo el bien común. Pero esa es la verdad.
El problema esencial es definir quiénes son los receptores del bien común. Es muy fácil decir que todos lo son. Pero todos es ambiguo. ¿Todos los nacidos en el país? Si así fuera se dejaría afuera a todos los extranjeros que quieran habitar el suelo argentino, como dice el preámbulo de la constitución. Pero aún  si los incluimos, hay mucha gente que se considera con derechos particulares que los ponen por encima de los demás. La gente decente, como se decía en tiempos de la colonia y como hay gente que todavía lo dice, a veces sustituyendo la palabra decente por la palabra linda, que son los mismos que pregonan a gritos la necesidad de imponer el voto calificado.
Y otros que aseguran que un código, una serie de algoritmos matemáticos, tienen prioridad sobre los resultados en el presente. Son los que suelen posponer un cierto paraíso declamado para después de políticas económicas hijas de esos números, que casi siempre nos dejan en un infierno: el aquí y el ahora. Al fin de cuentas, no muy diferente a las promesas que hacen la mayor parte de las iglesias.
En realidad, como siempre sucede cuando se hacen promesas de venturosos futuros, hay quien se llena de riquezas en este ominoso presente.
Por ahora me conformaría con que todos los que están en Argentina, nacidos aquí o no, sean los destinatarios de los beneficios de la economía. Y lo sean lo más rápido que se pueda.

Por eso me encantó cuando Rafael Correa, el presidente de Ecuador y prestigioso economista, dijo que busca el buen vivir. Así, con una sencillez que pone a cualquier persona, sin importar el nivel o la educación, como objeto de una política y una economía.

Pero ¿qué es el buen vivir? Resulta claro que no será lo mismo para cualquier persona. No hay una lista de posibilidades en las que todos coincidamos que mejoran o que empeoren la vida. Pero, dejando de lado los gustos particulares, hay una cantidad enorme de cosas que es seguro que le gustan a la amplia mayoría de las personas. Tantas que lograrlas y distribuirlas en toda la sociedad ya sería un buen trabajo. Educación, salud, vivienda, buena alimentación, cultura, tiempo libre, turismo. Todo al alcance de todos. Y ya.
La verdad, lo que hace falta no es ninguna novedad, lo nuevo es decirlo con tanta sencillez  como lo hace Rafael Correa.

domingo, 17 de marzo de 2013

Más reflexiones sobre el nuevo Papa

San Tarsicio
¿Un Papa marketinero dedicado a la evangelización, la divulgación de la fe donde nunca la hubo, un Papa orientado a los mass media y al, como se dice hoy en día, relato, un Papa ecologista, que apunta a los que cuidan el ambiente y derraman lágrimas por la flacura del caballo y no por la del humano que lo conduce? ¿San Francisco Javier, San Francisco de Sales o San Francisco de Asís? A pesar de lo que diga el Papa yo me inclino a la helada picardía jesuita: una buena combinación de los tres. Lástima que no se haya acordado de San Tarsicio, el santo que murió niño, el mártir niño, por eso de la pedoflilia tan transitada por muchos curas.

Apostar al nuevo Papa, como fuente de prestigio para la Argentina por su eventual comportamiento positivo, implica la posibilidad opuesta, un comportamiento posible justo en la otra dirección. Y por consiguiente, el desprestigio que lo acompañaría. Dicho de otro modo, un Papa argentino o importa o no importa. Y si importa, como personalmente creo, estamos con la moneda girando en el aire. Y, reconozcámoslo, tratándose de la iglesia la cara y la seca no tienen la misma probabilidad.


viernes, 15 de marzo de 2013

Papa nuevo - De gustibus non disputandum

¿Este Papa es mejor que otro? ¿Peor?
Hay un cierto desconcierto entre los argentinos de izquierda o, como se dice ahora, el progresismo local. El actual Papa tuvo un comportamiento bastante maloliente durante la última y más terrible dictadura que hubo en Argentina. Pero ¿acaso algún sacerdote importante no lo tuvo? Entonces ¿cuál es la posición correcta respecto al nuevo Papa argentino?

Francisco Iº - Papa

La llamada jerarquía eclesiástica en Argentina siempre fue y sigue siendo de derecha, cuando no de extrema derecha, y apoyó a los poderosos sin hacerse mucho problema por lo ensangrentados que estuvieran. No muy diferente a la del resto de la iglesia de América Latina de tal modo que alcanza con una mano para contar a las excepciones.

Qué se espera ideológicamente del Vaticano y de sus figuras más significativas sino posiciones del mismo tenor. Hay fotos de Ratzinger en uniforme nazi de la Wehrmacht, fusil en la mano. Por qué no, obediencia debida al gobierno nazi como Bergoglio podría decirlo respecto al gobierno de Videla (*). La iglesia, por otra parte, tiene la obligación estatutaria de ofrecer salvación y consuelo a todos por odiosos que sean… salvo a los gobiernos de izquierda que la atacan, para ellos pudo caber hasta la excomunión.

Pero el tema de esta nota es si tener un papa argentino, en particular Bergoglio, es conveniente o no.
Y todavía es difícil de saber porque no cabe duda que le toca bailar con la más fea. Es un momento para la iglesia único por su complejidad. Por más que al Papa Francisco le guste el mate con facturas es muy difícil saber si Argentina estará ya no en el foco, siquiera en la periferia de sus preocupaciones.

Que va a estar contra el matrimonio igualitario, contra el aborto y la posibilidad de que las mujeres den misa y contra la pérdida del celibato de los sacerdotes parece evidente. Lo mismo sucedería, por supuesto, respecto a un gobierno que pretendiera quitarle algún privilegio, por mínimo que fuera, a la iglesia. Que va a tratar de evitar todo lo posible referirse a la homosexualidad y a la pedofilia de muchos sacerdotes, también. Pero cualquier otro Papa habría sostenido o hecho lo mismo.
Esos ítems son sin duda el punto de partida. El de llegada por ahora es una incógnita. Pero un Papa argentino, acostumbrado a navegar en aguas turbulentas en los equilibrios que apenas se podrían llamar así por su tan escasa duración, sacerdote con calle y no una monjita, como decía David Viñas, y hábil político, deja un espacio de posibilidad a cambios trascendentes.

Creo que este Papa empuja un poquito más a la Argentina a una posición importante en el concierto de las naciones, como se suele decir. Y eso puede ser bueno, o al menos eso espero. Así como la palabra peronismo suele dar un buen envión a cualquier político del medio local, produce un efecto exactamente contrario en el ámbito internacional. Donde bastante la realidad y mucho los medios internacionales, llenaron a la palabra peronismo de histrionismo fascista y de gobiernos disparatados de brujos y coristas. Pero esto, tal vez debido a los indudables éxitos económicos y a unas relaciones exteriores de una calidad que nunca antes tuvieron, va cambiando. Y obligar al mundo a mirar las realidades argentinas puede ayudar en ese sentido. El enorme aumento del turismo internacional, en particular proveniente de los países desarrollados, todavía en franco crecimiento, algo dice al respecto.

No creo que los ingleses con respecto al tema Malvinas, por ejemplo, estén felices de que el nuevo Papa sea argentino. Y se sabe que algunos ilustres prelados locales, a la derecha de Bergoglio se crea o no, están muy molestos.

¿Optimismo? Ninguno, pero sí tratar de ser ecuánime con una organización cuya cúpula fue hasta ahora casi siempre funesta. Y cuyas decisiones, nos guste o no, suelen producir hechos importantes en nuestra sociedad.
Qué se esperaba, ¿un Papa de izquierda? ¿Al menos un Juan XXIII? ¡Vamos!

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(*) La Mãe Menininha, suprema sacerdotisa del Candomblé da Bahia, que reinó durante casi cien años, justificó y fue justificada por la entrega de miembros de su congregación, incluidos Pães y Mães prestigiosos, por una especie de razón de estado: Si no entregaba esa gente a los esbirros del poder que prohibía el ejercicio de sus creencias, estas desaparecerían con ella. Actuó como una verdadera quinta columna del movimiento que ella misma encabezaba enviando a la prisión, la tortura y hasta a la muerte a sus adeptos. Con lo cual se muestra una vez más, en total acuerdo con las tesis de la película Pascualino settebellezze de la directora Lina Wertmüller, que el que mejor sobrevive es el que menos moral tiene.

miércoles, 13 de marzo de 2013

El Funeral Masónico de Mozart

W. A. Mozart
Apenas más de un metro y medio de altura, narigón y con acné, como se lo describe de acuerdo a las últimas investigaciones, con un aspecto físico más cómico que trágico, Wofgang Amadeus Mozart fue una de las figuras más desesperadamente humanas de la historia. Y dentro de esa misma humanidad, transgresora e inaferrable como fue, todavía hoy su condición de masón es aceptada con dificultad. Por eso se ejecuta tan poco su Música para un funeral Masónico KV 479 escrita para los servicios de recordación y conmemoración de la muerte de los Hermanos Masones Duke George August de Mecklenburg-Strelitz y Count Franz Veith Edler von Galantha a los que estimaba
Junto al Réquiem, por otra parte lleno de símbolos masónicos también, es parte de una música que evade totalmente el espíritu cortesano, romántico, humorístico, enamoradizo y hasta escatológico, a veces llamado estilo galante, a la que lo une su biografía más popular. 

Payasos tristes geniales hubo unos cuantos en la historia. Pienso en Charlie Chaplin, por ejemplo. Pero esos payasos, cuando se sienten tristes o deprimidos, tienden a un romanticismo de novela femenina y parecen estar pidiendo que alguien les palmee la espalda y les diga bueno, ya va a pasar. A Mozart, en cambio, cuando le aflora la tristeza, parece enfrentar a la condición humana en su forma más desnuda e irresoluble. No hay consuelo para quien expresa un sufrimiento como el del Funeral Masónico, no valen palmaditas en la espalda ni caricias.  No se puede consolar a nadie de esa clase de dolor, sólo se lo puede acompañar con el propio sufrimiento, con ese acordar de sentimientos que es muy difícil de conseguir fuera de la música. Una  música que como en este caso, si la dejamos resonar en el interior, deja una sensación de agotamiento, de cansancio, de una catarsis que solo la vida con sus propios recursos que la hacen magnífica e inexplicable, nos permite superar. A veces.

Esta versión de los años sesenta es tal vez la mejor que oí:

domingo, 10 de marzo de 2013

De Papae et pauperem - El Papa renuncia

Matei Emilio speculatio Papae renuntiationem
(Reflexiones de Emilio Matei sobre la renuncia del Papa)

Acerca de los Papas y de los pobres

El Papa que renuncia queda vivo. Vivo pero mudo, ya que no tendría sentido que hubiera dos voces máximas, tal vez hasta contradictorias, para la iglesia. Y ¿qué voz sería la más importante? Desde el punto de vista institucional, sin lugar a dudas, la del Papa en ejercicio. Pero ¿y la del renunciante? No, mejor que no vuelva a hablar nunca más. Al fin de cuentas la clausura, el abandono del mundanal pandemónium, no es novedad para los hombres de fe. De hecho la iglesia mantiene muchos lugares dedicados al ostracismo y en los que evitar el trato con los humildes mortales sea condición sine qua non.

Tschüss!  

El Papa decidió dejar de ser Papa. Decidió retirarse a reflexionar, a estudiar, a tocar a Bach en piano, a esperar a la muerte consignadora de trascendencias.

Pero cunde un rumor desagradable, un eco sutil y maléfico que dice que la Iglesia nunca más va a volver a ser lo que era. Un Papa no debe renunciar, no puede renunciar.
El Papa debe morir en ejercicio. Hasta es preferible que lo maten si su cerebro caduca. En realidad no hay que olvidar que el veneno es parte del folclore vaticano tanto como la existencia de alguna monja cuyos servicios gloriosamente humanos fueron más allá de lo que se podía esperar del canónico de la abstinencia.

Nunca un retiro voluntario y conciente debe ser una opción para un Papa, no es aceptable porque lo pone al mismo nivel que un jefe de estado cualquiera. La investidura papal puede resistir a todas las verdades y a todas las maledicencias, pero no a la de un Papa con visibles debilidades humanas tan sencillas como la de ser sensible a las confabulaciones cortesanas.

¿O el Papa es un cobarde que se retira a tiempo para no ser asesinado? ¿O tan maquiavélico que evitando su asesinato condena a todos los que los rodean y a sus sucesores a dirigir una institución que nunca volverá a brillar como antes? Tema para escritores y guionistas.

Muchos sacerdotes, y no necesariamente fundamentalistas, están horrorizados por un acto papal que consideran como mínimo desconsiderado hacia la institución. Qué será ahora de los misterios vaticanos, qué será ahora de los espectros que deambulan por San Pedro convertidos en míseros cuentos de hadas para niños, en misterios convertidos sólo en presiones e intercambios basados sólo en el sexo desviado, en el poder y en el dinero.

Pobres, más pobres que nunca los pobres de espíritu con una institución como la iglesia, que según dijo uno de sus propios miembros para justificar tanto oro, digno de figurar en el libro Guinness de los records en el rubro hipocresía, es la encargada de custodiarles la riqueza.

viernes, 8 de marzo de 2013

Dakar Paris

El Paris Dakar fue un rally que se corría entre Francia y Senegal. Un rally lleno de aventura y un poco de muerte, como la aventura exige. Hasta que los deportistas sintieron que la posibilidad de ser convertidos en rehenes por diversos grupos islámicos, orientados desde el extremismo fundamentalista hasta el puro gangsterismo o una buena combinación de ambas cosas, era demasiado alta.
Los organizadores decidieron entonces cambiar el escenario de la carrera y terminaron por hacerla en Argentina, Perú y Chile, lo que les exigió dividir el nombre original por dos. Ahora el Paris Dakar es sólo el Dakar. Otra expresión del desprecio colonialista, ya que si la carrera no sale de París, cambian hasta el nombre, en cambio si no llega a Dakar, capital de Senegal, carece de importancia. Puedo imaginar a unos cuantos europeos preguntándose si Buenos Aires, por ejemplo, no se llamará en realidad Nueva Dakar. Y si los collas de Atacama no serán islámicos sin turbante. Tal vez hasta puedan preguntarse si la llama no será una raza de camellos enanos que por la altura perdieron la joroba.

Pero hay otro rally que se corre desde hace mucho en la clandestinidad. En este rally que se podría llamar Dakar Paris, ya que esas ciudades describen con bastante objetividad dónde empieza y dónde termina, fluyen muchísimos millones de euros y los participantes, los narcos colombianos, no corren ningún riesgo porque son custodiados, y no cazados, por los islamogangsters, divertido neologismo que leí por ahí y que describe con maravillosa claridad de qué se trata.


Sí, la mayor parte de la droga, al menos la que viene de occidente, entra a Europa vía África. Y toca el continente en el Sahara, en pistas de fortuna en la que una caravana de cuatro por cuatro toma la carga y se encarga de un transporte en la que una mezcla de argelinos, marroquíes, senegaleses, nigerianos, libios, etíopes, kenianos, somalíes y vaya uno a saber de qué otra nacionalidad, unidos por un islamismo, podríamos decir, bastante ecuménico, son los encargados de la seguridad.
Y gracias a los miembros de la OTAN, especialmente a ingleses y franceses, que se encargaron de desorganizar a Libia, ahora toda esa fauna de delincuentes y fundamentalistas dispone de una fuente inacabable de armas y municiones ultramodernas robadas de los arsenales libios o compradas a los que las robaron.
Pura iatrogenia, verdad, pura enfermedad hospitalaria. Los europeos, por una cuestión de petróleo operaron al norte de África del apéndice y le dejaron una verdadera septicemia, una infección incontrolable que afecta un espacio bastante mayor que la superficie de Europa occidental.

Ya ni los mejores analistas saben decir cuáles son los intereses de las diferentes bandas armadas del norte de África. Se sabe que hay en todas componentes fundamentalistas con delirios místicos basados en interpretaciones más o menos delirantes del Corán e interesados por los negocios que acompañan al poseer armas modernas en cantidades, por ahora, ilimitadas, con una nueva táctica de lucha mediante pick-ups artilladas, y un amplísimo territorio en el que reina la impunidad y la corrupción. Para colmo casi todas las bandas tienen componentes de ambos tipos. O actúan según uno u otro de acuerdo a los objetivos o a la oportunidad.
Mali en guerra con un ejército casi disuelto y una fuerza francesa de ocupación, Túnez al borde de abismo, a apenas un paso de caer en manos del fundamentalismo, Egipto con un ejército enfrentado a un pueblo en un tira y afloja que nada hace presumir que termine bien, Libia deshecha y en gran parte en manos de grupos armados, y Mauritania, Marruecos, Argelia y los demás países de la zona en equilibrio inestable cuando no ya en franca caída.

Y en medio de todo ese infierno de gente violada, torturada, violentada de todos los modos imaginables, que termina muriendo en el más terrible anonimato, el de ser un número más en la cuenta ominosa de un genocidio basado en la buena conciencia de los imperialistas de siempre. Esos colonialistas que seguirán, con toda tranquilidad, corriendo el Dakar Paris y acrecentando el dinero negro de la droga que alimenta el sistema financiero mundial bajo el paraguas del inalienable derecho a robar el petróleo de los países que lo tienen.

martes, 5 de marzo de 2013

Racismo, lo obvio y lo triste

(Nota: Si América Latina no consigue seguir adelante después de la muerte de Néstor Kirchner y de la de Hugo Chávez, será porque las condiciones no estaban dadas, se habría dicho hace mucho, o porque sus pueblos no se la merecen, se diría hoy. Todo eso puede ser pero la verdad es que tenemos una putísima mala suerte.)

Jorge Luis
Borges
Leopoldo Lugones

Que Borges pusiera a un negro al mismo nivel que un niño en el cuento El congreso (“Todos habían pedido café y uno que otro, ajenjo…”, “Ante el negro y el niño había dos tazas de chocolate.”) o que Leopoldo Lugones comparara a un negro con un mono en el cuento Yzur (“… es sabido que la juventud constituye la época más intelectual del mono, parecido en esto al negro.”), no me produce ninguna impresión particular. Es, al fin de cuentas, lo que se puede esperar de esos personajes y de su ideología.

Pero que Chopin haya dicho que no estaba dispuesto a tocar si sabía que había algún judío entre los espectadores, debo reconocer, me dio mucha tristeza.

Fryderyk Franciszek
Chopin


domingo, 3 de marzo de 2013

El estúpido de la cuadra

Piazza Garibaldi
Parma
En un tiempo lejano viví con mi mujer un par de años en Parma, un pueblo maravilloso en el norte de Italia, más precisamente en la llanura del Po.
Los primeros meses, hasta que pudimos conseguir un departamento, vivimos en esa clase de hoteles italianos, tan típicos de los pueblos de esos lugares, en los que se juntan en el mismo edificio y bajo el mismo dueño un bar, una sala de estar donde se juega a las cartas o se ve televisión y un restaurante.
Por aquella época Parma pertenecía a lo que se llamaba la Emilia roja, debido a que en toda la provincia, la Emilia, la izquierda dominaba ampliamente, desde el Partido Socialista hasta la izquierda llamada extraparlamentaria, pasando por el Partido Comunista.
Claro que eso no significaba que no hubiera gente de derecha, incluso fascista. Pero eran una minoría despreciable, aplicando la palabra despreciable en ambos sentidos tanto cuantitativo como cualitativo.

Durante las noches, por lo general después de cenar, los vecinos de sexo masculino y los pasajeros del hotel se juntaban a charlar, jugar a la escoba o a la brisca y, cuando había algún programa importante como, por ejemplo el festival de San Remo, se miraba la televisión. Primero el noticioso, que se comentaba casi siempre tratando de no entrar en discusiones políticas que pudieran crear situaciones difíciles que pudieran actuar en contra de la posibilidad de compartir una mesa de cartas, y luego el programa de canciones o, tal vez de fútbol, si jugaba el Parma.
Los habitués eran siempre los mismos y venían todos los días. Había algunos, sin embargo, que pasaban de vez en cuando. De dos me acuerdo siempre. Uno era director de orquesta, pronto aprendí que había que llamarlo maestro porque si no se ofendía, que pasaba cada tanto para hacerse saludar con mucho respeto por los parroquianos y seguir su paseo digestivo casi de inmediato. El otro era un agrimensor que trabajaba de profesor de colegio secundario y que aparecía sólo cuando alguna figura del partido neofascista hablaba por televisión. Se paraba frente al aparato y decía cosas como: ¡qué hombre!, ¡qué valentía tiene! y otras exclamaciones tan enfurecedoras para todo el resto de los parroquianos que, sin embargo, demostrando una bonhomía poco creíble para quienes no conocen bien a los italianos, a lo sumo lo insultaban sin mayor énfasis.

Años después, entre gente que había vivido el fascismo en carne propia, conté la historia de este tipo, que me pareció un estúpido entre lamentable y masoquista, más bien cómico. Pero para la gente que me acompañaba la cosa era muy diferente. Cuando hay un gobierno fascista, me dijeron, esos tipos, los más ignorantes y estúpidos, terminan siendo los comisarios de la cuadra, los que disponen de privilegios y prebendas y los que, muy a menudo, tienen información sobre vos que pueden usar para dejarte vivir a cambio de cualquier cosa o para condenarte a muerte. En síntesis, no cometas el error de tomar a la ligera a esos tipos tan ridículos.

Moraleja:

Lilita Carrió
Figuras como la de Lilita Carrió no deben ser nunca tomadas en solfa por más disparates que digan y estúpidas o desequilibradas que parezcan. Para colmo en su caso la locura oculta una inteligencia perversa muy real y aguda que le permite una lectura sobre la realidad que le hace conseguir mucho más de lo que cierta gente en apariencia coherente puede lograr. De hecho no hay que olvidar que no hace mucho tiempo, con una enorme cruz colgando del pecho, logró convencer a una significativa parte de la izquierda de que ella era una buena alternativa electoral. Tampoco nos olvidemos que le da letra a muchos políticos de la oposición y a veces consigue dirigir, como un monje negro femenino y esférico, las votaciones de las cámaras. V. G.: El uso de la palabra estalinista referida a miembros del gobierno, luego tomada por muchos periodistas estrella como Morales Solá y políticos de la oposición como el razonable Pinedo. Y el rechazo del presupuesto del gobierno, que logró hace poco más de un año manipulando tanto la opinión pública como, sobre todo, la de algunos diputados. 

viernes, 1 de marzo de 2013

Un oso polar en el trópico

oso polar en el trópico
Hace poco leí, en tiempo de vacaciones, un best seller de hace unos años. No de uno de los autores norteamericanos más conocidos, es verdad, sino de uno de los que diríamos, de segunda línea.
Los personajes estaban bien construidos, si se deja de lado a la virilidad a toda prueba de los hombres y de la belleza de todas las mujeres con alguna mínima actuación en la historia. Sumado a la imprescindible necesidad de consumir vinos carísimos y de marca, de esos que se supone que son buenos ya que es improbable que uno los haya probado alguna vez. Pero fuera de esas concesiones a la mediocridad general y a los instintos más básicos de los lectores, la historia tenía tensión y era bastante creíble.
La acción sucede en Washington y tiene todos los ingredientes propios de una receta de espionaje. Salvo que al final los crímenes terminan siendo por razones de carácter personal.
Lástima que durante toda la novela la pareja principal sea seguida por dos tipos, típicamente vietnamitas, uno de los cuales tiene el pelo pegado a uno de los lados de la cara por, según el personaje masculino afirma, una típica tortura que ejecutaban sus colegas soldados y que consistía, en la primera etapa, en cortar una oreja del prisionero.
Como digo, personajes tan significativos, son el fondo de casi todas las acciones. Su vehículo, ordinario y no muy nuevo, como debe ser el coche de los espías encubiertos, está esperando a la pareja cuando llegan a la casa tanto de ella como de él, y suelen estar a la mañana, después del consuelo que ambos personajes se suelen dar uno al otro, en un siempre negado, pero evidente para el lector, nacimiento del amor de sus vidas. También aparecen como por encanto, como se decía antes, en un camino vecinal, entre los árboles de zonas en que las casitas de madera deberían otorgar un poco de intimidad y seguridad. Y, ya en el colmo de la ubicuidad, llegaron a estar esperándolos en una mesita del fondo del bar a la que la pareja ni siquiera pensaba ir hacía un par de minutos.
Todo eso está muy bien. Nadie pretende demasiada originalidad de un best seller. Pero el drama estalla cuando uno se pregunta, después de terminar de leerlo, qué fue de esos tipos. Y la última mención que uno recuerda es que el autor dice: esa fue la última vez que los vimos. Pero por qué estaban allí y a quién respondían, nunca se sabrá.
Entonces, después de reaccionar a la sensación de haber sido estafado, uno se pregunta por qué pasan esas cosas. ¿Era tan difícil darle un cierre decente a la historia?
¿Y coordinar un poco las ideas de Los Expedientes X,  las de Lost y las de tantas otras series no tan famosas?
Expedientes X
En el caso de la novela que menciono, hice el ejercicio de pensar cómo podrían haber cerrado esos personajes. Y en diez minutos se me ocurrieron tres o cuatro posibilidades. Y no por un talento especial del cual uno pueda jactarse sino simplemente porque no había grandes dificultades para lograrlo. La historia contenía suficientes elementos como para terminarla sin necesidad de dejar cabos sueltos. Y ojo, para los más perspicaces quiero aclarar que para mí un final abierto no es falta de final.
Por qué entonces los autores de best sellers o los guionistas de algunas series de televisión, muy exitosas, por otra parte, no se preocupan por la estructura de sus obras. O al menos no lo hacen con la estructura completa.
La única respuesta que se me ocurre es que el rating es el único parámetro que tienen en cuenta. Con un criterio totalmente economicista y sin ceder en absoluto a otras necesidades, salvo por casualidad o por esa enfermedad de la condición humana que hace que el hombre decore hasta algo tan funcional como un arma, se cuentan las historias. Y el rating de una historia tiene que ver con la tensión que crean las situaciones y los conflictos que nos desesperan por la necesidad de saber por qué surgieron o cómo se van a resolver. Así que el cómo se resuelven en realidad, carece de importancia en el negocio. Al fin de cuentas después del último capítulo, o del último programa, el lector o televidente, convertido en nada más que un cliente, ya no importa.
Qué mayor incógnita que la que produce un oso polar deambulando por una isla tropical y deshabitada. Luego, si la razón de esa total y misteriosa incongruencia es cualquier disparate incoherente o, si simplemente, no existe, carece de importancia en la ecuación económica.