El Blog de Emilio Matei

lunes, 9 de diciembre de 2013

Hablar por boca de ganso

A esta altura ya sólo considero como posible, todo dato que venga acompañado de su origen. La fuente de la información es la única que puede dar una aproximación a la eventual verdad, o falsedad, que pueda contener.
Si alguien sólo transmite una información sin decir su origen o diciendo que el origen es él mismo, y la acompaña de un creo o un para mí, todavía puede ser cierta. Y si no lo es, sigue siendo aceptable ya que toda persona tiene derecho a ver el mundo como se le dé la gana. Las afirmaciones rotundas sin origen, por lo contrario, son casi todas, falsas, o eso creo.

Hablar por boca de ganso es dar por cierto lo que dijo un tercero. Y dar por cierto no implica, en realidad, que haya ningún grado de verdad en la información. Y esa certeza del ganso a veces se extralimita diciendo que fue testigo de los sucesos narrados, clara mentira, y no que no es más que el propagador de una narración ajena. Lo que demuestra que en el fondo, ¡todo ganso sabe que lo es!
Una variante de esto es poner al lado de uno a una especie de testigo involuntario y que no está en condiciones de defenderse, con un prestigio cierto al menos para el narrador: Un ingeniero, una fuente confiable, un político intachable. Mi mamá también puede ser una fuente inobjetable. Quién se atrevería a desmentir a mi mamá sin ofenderme.

Hace unos días el editor de un boletín informativo de circulación escasa aunque significativa, dijo ante mi exigencia de poner la fuente de la información que daba y que yo consideraba falsa, que no hay tiempo para verificar toda la información y que lo importante era que iba en la dirección correcta. (Dirección que nunca se explicita porque se supone que es objetiva.) Esta afirmación hace que toda información sustente su validez sobre la funcionalidad para el que la da. ¿Y la Verdad? La Verdad carece de importancia, la única verdad parece ser una especie de verdad económica en la que la ventaja, la utilidad para el que la menciona, es la única unidad de medida.

Y esas personas se llenan la boca, de modo inevitable e infinitamente cansador, con las palabras valores, autenticidad, originario, pureza. Eso sí, la que se llenan es, no puede ser de otro modo, su boca de ganso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario